Las trastadas de mi gata (verídico)

Mi gata además de decir mama muy clarito, la enseñé yo de pequeña a cambio de pate pata negra la obligaba a decir “mi mama me mima” y a todo le dice mama, también como el velocireptor de parque jurasico ha aprendido a abrir puertas, esto és lo que me hizo un frío día de invierno:
Era por la mañana muy temprano y yo me disponía a ducharme, la caldera la tengo en el patio que solo se abre por dentro, así que ataviada únicamente con una escasa toalla liada, Salí al patio a encender la caldera. De pronto se cerró la puerta, yo pensaba que seria Samara gastándome una broma, pero no Samara ya se había marchado al instituto, había sido carlota con su patita, creo que fue el único día que granizo en Madrid y ahí estaba yo sin poder entrar en mi casa y tan escasa de ropa, no me quedo otra que gritar a los vecinos para que llamaran a mi madre y viniera a rescatarme, no se como no me cogí una pulmonía, eso si todo el vecindario estaba asomado a las terrazas contemplando mis penurias, digo yo que por lo menos me podían haber lanzado una manta, pero lo que tenían era un cachondeito cuando esplique como me habia quedado encerrada, que pa que más, después de un par de horas aproximadamente apareció mi madre, digo yo que por lo menos podían haber aplaudido. Sigue Leyendo...

TORMENTA

Anoche la noche me dio miedo.
El cielo era más oscuro que la sombra
se iluminaban solo de luces blancas
Y unas líneas horizontales lo desquebrajaba.

Las calles se impregnaban de silencios
No había ruidos, no había nada.
Las calles se anegaron por el agua
Llovía con furia, tronaba con fuerza.

CARLOTA

Carlota llegó a mi casa de una forma un tanto peculiar, todo comenzó en el patio del instituto de mi hija Samara donde una gata se puso de parto justo a la hora del recreo, y creedme amigos que no me puedo explicar el comportamiento que tuvieron esos niños de 13 y 14 años con una gata recién parida y sus gatitos.
Se liaron a patadas y salvajadas hasta tal punto que mataron a la madre y a casi todos los gatitos .Mi hija y dos amigas rescataron a los dos gatos supervivientes aunque estaban en muy mal estado y se lo llevaron a un veterinario que hay en la calle Antonio López, alli se comprometieron a intentar salvarlas la vida pues se trataba de dos hembras, pero con una condición, cuando estuvieran curadas tenían que responsabilizarse de los animales. Sigue Leyendo...

Mi barrio no deja de sangrar

Con ese gesto duro que le gusta marcar en su cara, y el conjunto vaquero, y las cadenas y las patillas. De riguroso total, tirando a barrio, Arturo dice que su barrio es su vida. En mitad de la calle se sienta en un banco y va comiendo pipas y jugando con la navajilla a cortarse las uñas. El tiempo le resbala porque el futuro es un desconocido juego de ordenador barato. Se enamoró de una pivita, pero le resulto extraño besarse y que la gomina le supiera amarga. Le desagradó ese juego egoísta de estar agarrados con aspecto de eternos. Y lo dejó, porque sí, por la mismas razones por las que come en casa de su abuela Elvira, la abuela de todos sus hermanos. Arturo pasa de su propia historia. Es fiel con su sentido. Lo que ocurre fuera de sus gafas de sol,le suena a revistilla de un euro y cuatro pincesas jugando con trapitos. Le rodea la misma soledad que sus amigos del billar. Allí flipa haciendo de cada taco un arma de combate contra planetas habitados por putas caras que se rien como tontas. Como siempre dice…al menos meto bola, y la vida sigue. esa vida que, traspasando la puerta del garito se limita a ser barrio coyuntural, espejo de despertares, amarguras reconocidas, guitarras rotas sobre cristaleras limpios con ajax y un trapo viejo. Pero su abuela Elvira, es siempre la referencia, la vieja cansada que le plancha el vaquero mientras él se ducha. Sigue Leyendo...