Sobre azul

Hoy es viernes y tengo que despedir a Echeverría. Mi jefe piensa que ya se lo dije. Pero no es tan fácil. Echerverría es como veinte años mayor que yo y, cuando llegué a la empresa, fue el único que no pensó que mi puesto lo merecía él. Desde mi oficina observo la calle y podré ver cuando llegue. Él siempre anda acompañado por un libro. Ahora mismo debe venir en el Metro releyendo alguna historia de Cortázar o Borges, sus favoritos. “¿Para matar el tiempo Echeverría?”, le pregunté cuando recién nos conocíamos. “No”, me dijo, “para hacerlo vivir” Sigue Leyendo...

Falta de sueño

Chofer maneja malhumorado luego de cuatro horas de sueño (la bruja). Colegial sube medio dormido luego de tres (la noviecita). Chofer lanza monedas al rostro del colegial. Colegial dice improperios sin ningún recato. Chofer detiene la máquina, insulta mejor que el muchacho. Colegial intenta avanzar hacia el fondo. Chofer saca fierro que oculta bajo el asiento (nunca se sabe con los delincuentes). Colegial saca navaja que lleva muy a mano (la gente está tan mala). Chofer golpea a colegial, colegial punza a chofer. Ambos descansan el hospital. Hora de defunción de ambos? 10:40 am.
Doctores resuelven que la falta de sueño hace mal para la salud Sigue Leyendo...

Cara o sello

Tengo el listado, pero el fin de semana no lo pude decidir. Sé que debo reducir el personal, pero a quién despido. Al gordo Sanhueza, a la chica Susana, a mi compadre Diesel o a la Carlota. Quizá a la vieja Elena, que le queda poco para jubilar. A María ni pensar, espera bebé y el novio la dejó botá. Cómo lo hago, a quién elijo. Todos somos amigos, cómo se los voy a decir. Debo ser profesional, los sentimientos deben quedar fuera. Una moneda. Sí, una moneda.

El blanco perfecto

Ahí viene el Metro, atestado de gente como todas las mañanas. Escojo con la mirada desde el andén a mi víctima, mientras repaso mentalmente el plan. Se abren las puertas. El último en bajar es un hombre todavía somnoliento. “Mi víctima”, digo para mis adentros. Él me mira de reojo y entonces ataco: “Hola, ¿cómo está?, que gusto verlo!!!”, y le doy un fuerte abrazo junto con una sonrisa. Luego me subo y avanzo por el carro. Él gira. Las puertas se cierran y veo con satisfacción su cara de incertidumbre. Pobre hombre, pensará todo el día en quién le saludó, y yo, no puedo esperar hasta mañana para escoger una nueva víctima. Sigue Leyendo...

Los Caballos de Ondaro

Alfonso Ondaro Vargas (madrileño de pura cepa) fue un excelente compañero de trabajo y es un sensacional amigo que, además de todo eso (que no es poco) es un genial jugador de ajedrez que hace ya mucho tiempo (cuando era una promesa de este deporte-ciencia) fue calificado en algunas crónicas de la prensa especializada como “el pequeño Capablanca español”. Así le llamaban en sus tiempos juveniles. Una especie de Arturito Pomar que abandonó la alta competición ajedrecista (cuando lo tenía todo a su favor para haber triunfado a escala internacional) por motivos ajenos a su voluntad. Bueno. A lo que voy ahora (además de agradecerle públicamente que fuese él el que me enseñó a jugar ajedrez y el que hizo que a mí me guste este juego) es a que Alfonso Ondaro siempre ha sido un expertísimo jugador con las piezas llamadas caballos. Eran sus piezas más queridas y las preferidas por él. Sigue Leyendo...