cansacio de mil años viajando en los hombros
y lustrando los ojos hacia el cadalso
y el cuello de pollo
como feliz
que no quiere caer
violeta
tiembla
gime en estertores
Archivo por días: 7 enero, 2008
El ladrón de Navidad
Por Jorge Queirolo Bravo
Primera Parte – Buscando dónde trabajar
El Cerradura amaneció con ganas de trabajar aquella soleada mañana del último mes del año. No era para menos, llevaba varios días sin hacer nada y como todo ser humano normal quería comer algo. Y con mayor razón en una fecha tan significativa como el 24 de diciembre. Era la ocasión propicia para procurarse unos fondos y disfrutar de un buen festín. Las jornadas de inactividad a cuestas no fueron por holgazán, sino porque enfermó y eso le impidió salir a ganarse el pan de cada día. Ahora podría recuperarse y juntar un poco de dinero para ir de vacaciones en las semanas venideras.
Compendio del año
Este no ha sido un año especialmente difícil para mi familia ni para mí, aunque tampoco haya sido especialmente brillante. El mes de diciembre, que acabamos de dejar atrás, ha traído su carga de desdicha con el fallecimiento de un familiar muy allegado. Si a eso le añadimos la actuación de los virus sobre nuestros organismos, y algunas cosas más como intervenciones quirúrgicas a allegados, que me han traído en jaque, podría decirse el año no se ha despedido bien.
Pero también tengo que resaltar que he tenido encuentros y llamadas de amigos con los que no contaba hacía algún tiempo, que las cenas de nochebuena y nochevieja por un lado y las comidas de navidad y año nuevo por otro han sido estupendas, y es con eso con lo que me quedo. Y con la promesa de reuniones con amigos cuando pasen las fiestas, porque antes estábamos todos demasiado ocupados.
muerte purpura
La noche refleja ese azul intenso;
yo muero
y siento una y mil veces,
tu mirada entrelazada a mis manos
que respiran de ese perfume tan fuerte que traspasa el alma y
el purpura de tus besos,
las mañanas precisas donde nos escondiamos de un otoño frivolo y siniestro.
Yo muero y siento como tardiamente
la sangre equinoccial brota de ese costado donde mueren los sueños.
Improvisación
K baja por la escalera. No sabe a ciencia cierta a que planta del edificio tiene que acudir. La hora de su cita se aproxima. Junto a él hay varias personas que luchan por descender por el estrecho pasillo. Pugnan por adelantarse unos a otros y ganar un peldaño más. Como no tiene una referencia clara del número de planta, en donde tiene que presentarse, se guía por el número de personas que salen de la escalera para ingresar a cada uno de los pisos del viejo edificio. K conjetura, que el que le corresponde, es en donde más personas descenderán. Pero hasta el momento esto no ha sucedido. La bajada se va volviendo ya muy larga. K ni siquiera recuerda ya como ha podido ascender tanto.
Cinco variaciones
Trepé al castaño y observé sin pestañear: en un hueco del tronco, algo se movía, me miraba. Reconocí mi propio rostro, oculto. Abrió la boca. Me deslicé por ese conducto de humedad y ecos. Caí en un extraño páramo de arbustos torcidos. Caminé; lo dúctil de suelo me desagrado: era piel humana, el horizonte entero. Corrí hacía los arbustos. En cada uno, descubrí deformada, mi propia persona. Y en la luna, mi faz, inmensa, grotesca, espiándome. Un viento furioso: mi voz en alaridos. La luna acercó sus fauces a la tierra. Todo se estremeció, en atroz agonía.
El Jardín de Las Delicias
Paraíso
…entonces Fra Angélico por fin dio por término a su obra última, y fue a su lecho en busca de gran reposo. Luego, se le apareció un Ángel radiante que le anunció: “Por el merito de la delicada belleza sin igual, de tus composiciones, Aquel que todo lo puede te concede la opción ahora, de ayudarle a crear el Paraíso mismo, con el uso de tu arte excelso”. Fra Angélico aceptó: y tras esto, los acontecimientos todos de su vida volvieron a darse; cada pequeño suceso, cada gran triunfo. Los retablos, frescos y temples maravillosos de su inspiración fueron apareciendo y dándole hermosura al mundo de los hombres. Hasta que ya anciano, ya más que maestro, se decidió a efectuar una postrera creación: y la hace…entonces Fra Angélico por fin dio por término a su obra última, y fue a su lecho en busca de gran reposo.
Tríptico
Sin título
Sabía que te hallabas en ese bosque de figuras vacías, que se desplazaban sin sentido alguno, por los espacios vastos de aquél piso cubierto de espinas metálicas. Bajo la luz artificial permanente, de las bóvedas inmensas, aprendí a identificar cada gesto incipiente de dolor, de esos maniquíes, apenas expresivos. Así reconocí los tuyos propios. Una ocasión que el azar, en tales mudas corrientes de siluetas, te trajo a mi cercanía, intenté hablarte, pero justo en eso, las púas del suelo laceraron mis pies descalzos. Cuando me recuperé por fin, la configuración de las blancas siluetas era otra de nuevo. Y en aquella dimensión clausurada, ya nunca pude volver a hallarte. Y luego, no mucho después, yo mismo me extravié.
Historia de otro camino
Hace muchos siglos que este viaje fue engendrado. Concebido por una desazón interior que mi memoria había procurado retener como uno más de esos filamentos venéreos que guardamos inanimados en la zona de la tripa del subconsciente. En aquel momento lo presentía demasiado fantasioso, pero, )sabes?… no duelen los imposibles cuando los llevas a término y las ciudades con sus muros infranqueables, sus asustadas paredes olvidadas de metralla, los niños derritiéndose sobre el ardiente asfalto de calles barnizadas de alquitrán y jardines inyectados de hipodérmicos venenos… aún soplan cuatro gotas de viento del aguacero de anoche… Te digo que es delirante comprobar que la nada te afecta. Para qué esperar más medias horas, sin llaves, en el descansillo del portal ausente, mientras otra lágrima entrelazada salpica los adentros, cristalizándose misteriosamente… aislamiento.