¿Quién piensa lo que dice?
¿Quién, cuando habla, no dice lo que está pensando?
¿Cuántas personas lo hacen a la vez?
Archivo por días: 18 enero, 2008
Mi calle.
García Lorca, víctima de la intolerancia
Por Jorge Queirolo Bravo, escritor, historiador y periodista
Fueron apenas 38 años los que alcanzó a vivir este gran poeta, antes de que los nacionalistas lo asesinaran cruel y cobardemente al comienzo de la Guerra Civil Española (1936 – 1939), en el marco de una contienda en la que Federico García Lorca no participaba activa ni pasivamente. De hecho jamás militó en partido político alguno y su vida se circunscribió a sus dos grandes pasiones: la poesía y el teatro. Se le considera como la figura más conocida, admirada y estudiada de las letras castellanas en el siglo XX. “Libro de Poemas” fue su primera obra lírica y por ella rápidamente se lo encasilló como miembro de las escuelas poéticas de vanguardia.
LA MARIONETA
Dudo que nadie me crea por lo extraordinario de esta historia, pero no tengo más remedio que hacerla pública. Es, en cierto modo, una orden del más allá, una imposición de la que no me veo con fuerzas para eludirla.
Todo comenzó una noche, semanas atrás, estando yo en mi domicilio y en pleno sueño. Alarmado, me incorporé en la cama después de escuchar unos enérgicos golpes en la puerta de entrada del bajo. Presté atención desde la oscuridad de mi cuarto, con los sentidos agudizados, esperando que hubiera sido una falsa alarma, cuando dos sonoros golpes aporrearon de nuevo la puerta.
Se me secó la garganta y quedé paralizado al pensar en que hubiera alguien dentro de mi casa. “Ya estoy en tu salón”, escuché claramente reconociendo la voz sin duda alguna. “Ahora voy por la escalera”, prosiguió la voz avisándome de su cercanía y acompañada de un “pom” hecho con el bastón a cada escalón que subía. No podía moverme, estaba bloqueado por el miedo.
Plenitud de Silencio
Los silencios rotos se acumulan en mi mente.
Parasitan el espacio, donde las palabras
precisan nacer.
Quiere de nuevo el brote tierno del manzano
mostarse en dulce espendor,
pero el silencio le aconseja sabiamente que duerma.
Una flor, depositada sobre una mesa solitaria,
renuncia a su voz.
Plenitud de silencio, que ni llama, ni pide,
que bordea los pasos rutinarios de la vida.
Entre tus manos las líneas saben hasta donde llegar.
DIme…¿Quién habita el sueño cuando nada suena?
Y el silencio cae tras la llovizna zigzagueante
y rompe la calma de la tarde.