Serena mujer, que vistes de hojas y miel
esa cálida piel de tu cuerpo bajo los vientos
fríos de mi soledad
.
Mujer ajena que callada sonríes, y miras,
y no ves que no estoy, que no soy beso
que habla, ni mirada que te acalla al no
ser mi corazón tu tren.
Tus ilusiones se esfuman
como niebla con la brisa
Abrazada a la soledad
como tu unica amiga.
Maraña de pensamientos
tu mente abriga.
Eres el rayo del sol, y la luna
que se cuela por mis ojos.Y mi vida.
Eres la sal de mi oceano
mi tierra prometida.
Eres la flor que florece
en las llanuras de mi alma.
Eres el canto que adormece
mis intrigas y mis rabias.
Como a las tres de la mañana termino la película. Y el agua comenzó a borbotear en la estufa, la deshora del café llego temprano esa madrugada. Los vasos de vidrio para el refresco, las tazas de porcelana con grabados de imaginación para el café, barro o aluminio según el gusto para las bebidas con hielo, todo estaba sobre la tabla de la alacena. Dentro de la variedad de tazas y vasos había un trasto que llamaba la atención, era una taza de tamaño normal y de plástico rojo, la oreja y la superficie estaban gastadas como si la hubieran arrastrado y podía notarse que llevaba demasiado tiempo sin ser usada, “La miserable”, ese era su nombre y bebía allí el café por que sabia distinto como a tristeza. Sigue Leyendo...
Dime que sigo siendo joven, que te gusta mirarme,
que te gusta sentir mi suave piel, y escuchar mi risa
imperfecta que es más perfecta que ninguna.
Dime que soy viva con el viento, fugaz como la noche,
serena como la mar, y que por ello eres mío, que me
seguirías hasta donde el sol alcance, que te quedarías
eternamente abrazado a mí.
Portal Literario Independiente