La paciencia no es dejadez ante el sufrimiento, no reaccionar o un simple aguantarse.
Es fortaleza y valor para aceptar con serenidad el dolor y las pruebas que la vida pone a nuestra disposición para el continuo progreso interno.
Disfrutar de cada instante sólo es posible con unas dosis de paciencia, virtud que podemos desarrollar y que nos permitirá vivir sin prisas.
La paciencia nos permite ver con claridad el origen de los problemas y la mejor manera de solucionarlos.
Hace una horas consumí mi último aliento.
Y no tengom manos que me auxilien.
No tengo palabras que alivien mi dolor.
Mi alrededor es un paraje hostil en el que las cosas no son lo que deberían ser
y las personas que me rodean son para mi pistolas cargadas con una sola bala.
Juego a esa ruleta rusa cada día, con cada persona, mermando paulatinamente mi fuerza, mi aguante; aumentando esa agonía, esa incertidumbre por un futuro totalmente incierto y ciertamente doloroso.
Regalé mi ser y me lo han devuelto destrozado.
La gente lo pisa, lo desprecia, lo maltrata sin miramientos. Solo importa el interés propio. Sigue Leyendo...
En las calles el ritmo trepidante de vehículos, luces, sonidos y todo un sin fin de movimientos que se presentan ante la vista. En esa misma calle, un anciano camina junto a su nieto en un paseo a través de reducidas aceras, guiados por los incesantes destellos de los semáforos. Personas sentadas aquí y allá adornan el gris escenario urbano, otras pasean y unos pocos permanecen en pie, observando, reflexionando. La gente se saluda, intercambian algunas palabras en conversaciones vacías y se hunden, poco a poco se hunden, se hunden dentro de si mismos, pues miran alrededor y no encuentran nada. Su mundo ya no esta ahí y se hunden, pues no tienen nada mas que a ellos y se hunden. Las palabras cesan y no así el trajeteo en las calles. La gente observa la ciudad, con gran parsimonia analizan cada detalle, no tiene más que hacer. Fuera, la calle mantiene un ajetreo continuo, día y noche, incansable. Sigue Leyendo...
El espejo va y se desnuda en un segundo
ante aquella dama que le es tan conocida
y a sí misma ella con su vida aprende
en la superficie del cristal limpio y luciente.
A la mente
del espejo el reflejo de su rostro
le da mensajes en forma símbolos.
Son los signos
del espejo y de los labios de la boca
una luz que de repente se transporta
en lo ojos de ella y de su alma.
Y en calma
su belleza asomada en el cristal
la reclama…
Desde la etereidad, aleteó su mensaje
de pájaros de espuma arrimados
al sonido del cristal pulido;
la lluvia era palabra de otro mundo
con las hermosas aves saltando
en las rojas cuerdas del horizonte.
Un soplo misterioso de invisible presencia
daba verticalidad al día, y sus formas
se fueron convirtiendo en arañas del suelo
que iban surcando el tiempo de la tierra.
Triste princesa Sara,
cuando leo la escritura
de tu sana mente clara,
me alejo por la llanura
apoyándome en mi vara,
y siento con amargura
que tu cuerpo se alejara,
al recordar con dulzura
tu aroma a tomillo y jara,
pues vivo yo en mi locura.
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