Última cena sin pan,
última cena sin vino.
Tiritando dice Judas
¿acaso he sido yo?
Ultima cena que marca
despedida del Cordero
Divino.
Última cena sin pan,
última cena sin vino.
El arco iris está en el fondo de nuestras ilusiones al divisar la montaña que deberemos subir. Es un arco iris perfecto, sus colores destacan nítidos sobre el verdor de las laderas, sin quedar difuminados por la neblina como los de antaño:
Rojo como nuestra esencia vital
Anaranjado como la alegría que nos debe invadir
Amarillo como la fuerza que nos anima
Verde como la energía que restablece nuestro equilibrio corporal
Azul como la tranquilidad que nos embarga al hacer lo que es justo
Añil como el lenitivo para nuestros males
Violeta como la transmutación y la limpieza.
Cuando yo era niño la azotea de mi casa en Madrid estaba llena de flores y yo imaginaba que era el puente de un barco que viajaba cambiando el color de los días y el calor de las tardes… y enfrente, justo enfrente, estaba la princesa asomada con sus lindos cabellos rubios y mirando fijamente. Y yo me enamoraba del color, del calor y de la princesa.
Cuando yo era niño el gato de la vecina, por las noches, se colaba por la ventana y se eschaba a dormir a los pies de mi cama. Y aquel gato me hacía abrir un árbol genealógico de los animales de la selva de mis soñadas aventuras a los que yo tenía que ahuyentar para ganarme el amor de la princesa.