Detrás de cada vivencia siempre queda la existencia de un pensamiento sutil que se introduce en el baúl de nuestros recuerdos y se aloja en el rincón de la nostalgia donde siempre se escucha el continuo latir de su sentimiento. Pasa el tiempo y ese recuerdo, en algún momento de nuestra vida, sale del baúl para hacer acto de presencia en nuestra mente y lo volvemos a revivir como si el tiempo hubiese hecho una especie de peregrinación regresiva. Entonces nos damos cuenta de que la verdadera vida no siempre estriba en apurar un presenter inasible sino que esos recuerdos del pasado, alojados en el rincón del baúl de las nostalgias, son tan importantes como para darnos señas de identidad propias.
Archivo por días: 12 enero, 2011
Detrás de cada vivencia…
Detrás de cada vivencia siempre queda la existencia de un pensamiento sutil que se introduce en el baúl de nuestros recuerdos y se aloja en el rincón de la nostalgia donde siempre se escucha el continuo latir de su sentimiento. Pasa el tiempo y ese recuerdo, en algún momento de nuestra vida, sale del baúl para hacer acto de presencia en nuestra mente y lo volvemos a revivir como si el tiempo hubiese hecho una especie de peregrinación regresiva. Entonces nos damos cuenta de que la verdadera vida no siempre estriba en apurar un presenter inasible sino que esos recuerdos del pasado, alojados en el rincón del baúl de las nostalgias, son tan importantes como para darnos señas de identidad propias.
La persona enamorada
El amor provoca cosas muy curiosas en las personas. Las personas están como atontadas cuando están enamoradas… sienten un vacío en el estómago cuando no se encuentran cerca de la persona a la que aman y cuando están cerca de ella no reaccionan con facilidad ya que no pueden dejar de mirarla y estar con ella…
Pueden estar todo el día en su mundo, soñando con esa persona, puedes hablarles durante horas sin que se den cuenta de que les hablas y contestar a las cosas inconscientemente.
Pueden pasarse la vida entera mirando su foto y hablando de la persona y no cansarse jamás de fantasear con ella.
Que Pase
La Petra, la guardia y la calle (Relato)
Carlos se levantó con ganas y cuando Carlos se levantaba con ganas era capaz de buscar y rebuscar hasta por todos los callejones oscuros del antiguo Madrid a su añorada La Petra. Aquel día, de tan emocionante recuerdo para él, Carlos iba acompañado de su hermano Ricardo.
– Ricardo, cuando encontremos a La Petra quiero que desaparezcas de mi vista.
– Pero… ¿entonces quién te va a defender de la guardia?.
– No te preocupes por mí, Ricardo, y… anda… corre y coge el autobús con destino a Córdoba.