El próximo error que cometa lo concentraré en la satisfacción de mi ego, en lo más profundo de tus centros, ¿vendrás estrella fugaz, a perdonarme antes de morir? ¿serás mía? sé mía, cae próxima a mi faceta más libidinosa en tu condición más pervertida, para deshacer la moral juntos y revolcarnos en el horror de quienes contemplen, pues el próximo error que cometa espero se concentre en la distancia atómica pero a la vez infinita que separa a nuestros cuerpos cuando exhalamos los últimos suspiros de vida antes de morir y renacer como el ser que jamás fui y que siempre añoro volver a ser, reconstruir construyendo los días que jamás existieron, y darnos las últimas despedidas incómodas, penetrar en un universo de inconmensurabilidad que evidencie nuestra falta de conocimiento mutuo, que evidencie que en realidad mi error fue tu error, y que el próximo error que cometas no ha de ser jamás conmigo, sino contigo misma, en un placer que te lleve a entender por qué las estrellas brillan millones de años en solitario sin necesidad de conocer el brillo de otras, y por qué no hay Sol o Luna en el cielo, sin que uno opaque al otro.
Archivo por días: 9 diciembre, 2011
2+Kbiendá
LA BOMBA, anónimo
Conociendo a los Federicos (Cultura) QUINTA PARTE
Federico Guillermo, llamado El Gran Elector (Berlín, 1620 – Potsdam, 1688). Elector de Brandeburgo y duque de Prusia, de la dinastía de los Hohenzollen. Subió al trono en 1640 y, tras la firma de los tratados de Westfalia (1648), se esforzó en recuperar Brandeburgo. Jefe de la oposición calvinista a los partidarios del emperador, acogió a los refugiados hugonotes tras la revocación del edicto de Nantes (1685).
Federico Guillermo I, llamado el Rey sargento (Berlín, 1688 – Postdam, 1740). Rey de Prusia (1713-1740), de la dinastía de los Hohenzollern. Hijo de Federico I, prosiguió la obra de centralización y desarrollo económico de sus predecesores y legó a su hijo, Federico II, un reino poderoso.
Otro invierno.
De nuevo llega el frío, calcetines, botas, gorro, bufanda, que el alma no pierda el calorcito acumulado de un bonito verano. Y el tiempo calla, no dice nada, se para en la esquina y espera. Es reconfortante sentir el frío aire penetrar hasta lo más hondo de tu ser. Mientras queme el alma no hay frío que nos pueda. Noviembre con su nó, diciembre dice algo, susurra. La punta la nariz, helada, sonrío y me acuerdo del sol, de la playa, del cielo azúl. Aunque no siento frío, y menos en el alma, gracias a tí, que me quieres, que te quiero como jamás había querido. O no había querido?. Formas diferentes de amar, pero la tuya es la que me gusta. Quizás un día todo se acabe, de cuajo,y me digan: es la vida, pero…
Fue…
Recuerdo que…
Antiguamente, cuando no tenía derecho a ser un niño pequeño de mi edad, recuerdo que le preguntaba cosas a mi padre…
Muchas veces me decía, me devolvía, un… “Cuando seas mayor”
Cada día al hacerme mayor me iba desengañando.
Algún día dejaré de hacerme mayor, como cualquiera.
El desengaño era y es, en positivo y en negativo, para bien y para mal.