Cantas callada en un día, en una noche, en una tarde…
¿quién sabe?
Duermes tranquila, en tu casa en la mia, o en la de alguien…
¿quién sabe?
Amas pero temes que te amen y no poder ser suficientemente…
capaz.
Yo… escribí tras las murallas de la razón,
todo aquello que le hiciste a mi corazón
y que transformo mi mente de modos
tan incoherentes: en un puñado de papel
y tinta que son tuyos más que mios.
No soy nada de lo que ves, lo que me emociona se entierra bajo las caricias del pasado.
No es nada, creeme, no lo es.
La piel me dice mas que las palabras, mas que las miradas incluso.
Descalza, desnuda y sin tacto en la piel, recorro las bahias de tu cuerpo, tatuandome en ti. Dejo los lustros de mi vida en el trocito minusculo e insignificante del recuerdo de mi historia.
Su cuerpo es ruido,
bamboleo de caderas,
mucho por delante,
mucho por detrás,
largas y bonitas piernas
y cansino caminar,
ensortijado cabello
y tristeza en su mirar.
Tarde taciturna
Noche nebulosa
Tarde primorosa
Por lo que nos huelen
Al pasar las rosas
Si su color provocador
Inquieta mi alma
Luz en las tinieblas
Quien es el que tiembla
No se para el coche
Mi niña ya no me escribe poemas
Morbo
Morbo…
Quiero morderte la vida y un pezón
Quiero ser el ente vacilón
y callarme la primicia
que te quiero sólo
por causa del amor
Quiero verte saltando del placard
en el salto del tigre fatal
y justo cuando no lo esperes
corro la cama sin que te enteres
ya sólo te para el suelo
y yo suelo quedarme solo
A eso yo llamo placeres
Morbo
Morbo…
Cobro
Cobro…
Por matar tus ilusiones, cobro
Por vengar mis decepciones, cobro
Aún cuando el agua sueña fuego
no se queman los peces del lago.
Así mi ser oculto, completo
esconde oro, en su cuerpo de barro.
Y no hay otro grito más certero
que decir el poema como atajo.
O crearte unos oídos nuevos
para que oigas mi reclamo claro.
Es todo que lo sepas, te quiero,
y con todo es nada, sin embargo.
Estoy amando y es un juego sin reglas.
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