Carmines

Me gustaría tomármelo en vaso corto,
sin hielos,
con fuerte un sabor amargo que escapa por los pelos;
sirenas,
jalo un poco de humo y corro para fuera,
a ver si sigues viva para calmar estos celos.

No, espera.

Estando arriba…

Lunes, 11 de marzo de 2013. En el avión de Iberia, vuelo directo Madrid-Quito, me encuentro a un amigo que ha escrito: “Desde hace más de 20 años vengo cruzando el Atlántico varias veces al año. En mi condición de profesor voy con el ánimo de enseñar, pero acabo siempre aprendiendo. De eso trata la vida”.

Es Gabriel Real Ferrer y continúa: “No importa las veces que lo haya hecho, en cada ocasión en la que he emprendido una nueva travesía aeronáutica siento la misma emoción. Subir, flotar, navegar, volar y llegar a la otra orilla. Suelo pedir ventanilla para mirar a través de ella, aunque sea en la noche, Me ensimismo y la imaginación se adueña de la realidad, volar abre la puerta a los sueños”. Es lo mismo que me sucede a mí. Así que sigo leyendo. Sigue Leyendo...

Cuando nombro tu nombre.

Cuando nombro tu nombre un pedazo de cielo se me viene encima en forma de paloma azul. Cuando nombro tu nombre el horizonte lejano se me acerca tanto que puedo tocarlo, sentirlo, palparlo y hasta besarlo. Cuando nombro tu nombre te encuentro siempre tan dentro de mi que es totalmente imposible sacarte al exterior y entondes imagino tu extrema belleza, y tus frescos labios, y ese tictac de tu corazón golpeándome en las sienes levemente para decirme que me quieres. Y entondes es cuando más te amo, amor, cuando más te siento, cuando más te llevo a la vida de los sueños. Y cuando más, en fin, sé que estoy feliz… y entonces el infinito, el verdadero infinito no farsante sino real, se me convierte en una eternidad llena de tan profundos sentimientos que yo también me introduzco tan dentro de ti que ya no somos visibles ni vivibles en este mundo. Porque estamos habitando en las magias de los sentidos. Sigue Leyendo...

PASADO

Apenas pasaron cinco minutos en los que permaneció con la mirada fija en un sitio y los pies clavados en otro; para ella aquel instante le pareció una eternidad. Giró su cabeza en la misma dirección que se encontraban sus pies y entonces supo, que atrás, solo quedaba su sombra.