Caminaron largo rato moderando los pasos, y las conciencias. Se mantenían ajenos, pero expectantes. Cada uno representaba un mundo fortuito de aspiraciones y esperanzas. Era época de cambios, de ruptura. Querían hablarse pero no encontraban el camino para convergir, o no encontraron el idioma. Mascullaron sílabas. Perdieron risas, perdieron caras y ayudaron a despuntar motivaciones. Los pasos parsimoniosos, tan lentos y opacos parecían retroceder en vez de avanzar. La serenidad del amanecer se confundía entre las sendas. El cielo rosado resucitó memorias que antes, embaucaron corazones, destiñeron ilusiones. Tan sólo la quimera de los sentidos dejó fluir dientes con sonrisas, manos que prometían caricias, ingenua. Recuerdos. Versos y frases que en algún pasado remoto significaron mas que eso. Pero ya había cambiado, por momentos, así lo sentía. Cuando por fin llegaron al límite se preguntaron si era verdad. Lo era. Las finuras del placer pasan por la mente…