Edgar Allan Poe.

Sumido en la caverna,
del dolor primigenio,
la noche se deja caer,
como cálida manta,
tapando mi visión.

Siento un sinfín,
de golpes en mi cuerpo,
me quedo agonizante,
calavera descompuesta,
caen en mi las pesadillas.

Los cuervos amigos,
acuden en mi rescate,
me sienten compañero,
hermano fiel de la noche,
los sentimientos abortan,
en sufridora cascada mortal.

Siento que Edgar Allan Poe,
no pueda estar aquí conmigo,
contándome sus bellas historias,
de misterio e imaginación pura,
de dureza desgarradora del ser.

La Caida de la Casa Usher,
provocó una gran polvareda,
en el mundo del relato negro,
tal vez nadie pueda salvarlo,
mas hay que intentarlo seguir.

Mientras un oscuro gato negro,
cruza la gris calle delante mío,
recuerdo las lecturas tenebrosas,
las que comencé de pequeño,
que me llevaron a mundos,
teñidos de corazón color carbón.

Mientras putrefactos cadáveres,
aparecen olvidados entre paredes,
emparedados en simplista agonia,
en casonas angostas sombreadas,
cargadas de bellísimos sueños negros.

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