La Visión.
Mis ojos se oscurecieron, y la sala en la que me hallaba descansando se desvanecieron. Mi vista atravesaba todo tipo de lugares… Ya me había ocurrido antes, mi Visión no era en este mundo… Algo normal. Pero no había atravesado tantos Planos nunca, la magia se debilitaba cada vez más, pero no me afectaba. Los poderes de un Vidente no se sujetan a la Magia.
Conforme me acercaba más, vi cómo era ese mundo. Sólo existían humanos en él, a decir verdad, pocas cosas había aparte de sus enormes ciudades. Las otras criaturas eran esclavizadas y dominadas, encerradas en minúsculos lugares. La Magia no existía, pero se veía que no les hacía falta… Sigue Leyendo...
Leí en algún lugar que alguien preguntaba a sus amigos qué hacer cuando estuviera sólo.
Para mí, cuando estas sólo puedes hacer algo que nunca haces, ser tú mismo. Es un momento de reflexión sobre lo que haces o has hecho. Todos alguna vez, en esos momentos de soledad, hemos reflexionado sobre cosas que no debimos hacer, o palabras que tuvimos que haber dicho en una conversación que fue mal. Pero no se ha de reconcomer pensando en ello, ni tratar de huir de la soledad. Siempre estará presente. De hecho, es parte del fin, cuando la Muerte agite su guadaña. Tú estarás sólo frente a ella, y no habrá nadie. Es, en esos momentos, cuando hay que alegrarse de que nos demos cuenta de que, de hecho, si pensamos ahora en la soledad, es que hemos estado mucho tiempo sin ella. Y eso, para algunos, reconforta.
Debido a la forma de ser, hay gente que pasa mucho tiempo en soledad. Pero es posible estar sólo rodeado de amigos. Es algo que sé con absoluta certeza, y puede saberse el motivo. Puedes estar rodeado de personas, y a la vez encerrado en un tornado que impide que puedas salir… Sigue Leyendo...
Mil estrellas en los cielos, los demonios en la tierra. Almas unidas en el mar, el fuego o la piedra. Armas benditas y sagradas que rompen yelmos y armaduras. Soles radiantes que cubren los suelos con sus radiantes rayos, a los guerreros que con vida perduran. Una figura solitaria, siempre errante. Siempre sólo el viajante, nunca acompañado. Tal es el destino del peregrino forzado. Nunca sonreirá ni su rostro altera, pues sólo a sí mismo su mente despierta. El frío hielo cubre su alma, explosiones de fuego pugnan por esto ya no suceda. Una gran grieta en el hielo muestra que ni el frío eterno lo detiene… Y mi mente alocada que la realidad desmiente… Sigue Leyendo...
Encapuchados envueltos en una túnica blanca persiguen hombres de piel oscura con horcas y antorchas. Unos trescientos años después, grupos con iguales indumentarias persiguen y maltratan a las mismas personas por su color de piel. En un hogar de ancianos donde se reúnen los principales encapuchados para asesinar a los ancianos que no pueden hacer nada, un ser de piel oscura, de más de dos metros y una cabellera blanca aparece de entre la oscuridad. Los encapuchados tratan de matarlo disparándole, pero el ser es demasiado rápido. Los encapuchados son ejecutados rápidamente, cercenadas sus cabezas. Sigue Leyendo...
El frío en su cuerpo le hacía moverse continuamente, en medio de aquella tormenta de nieve. Nadie en su sano juicio saldría en una tormenta como aquella, pero él no tenía el mismo sentido del peligro. En su juventud había visto tantos peligros que ahora era un suicida redomado. Pero sabía que, aunque quisiera, no tendría tal destino. Un fuego en lo más profundo de su alma lo mantenía cómodo en medio de la oscuridad que lo rodeaba. Susurros en su mente lo distraían, provenientes de sus dos compañeros en el viaje, aunque sólo hubiera una figura caminando. Compañeros que no tenían carne ni sangre, ni la habían tenido nunca. Mucho más viejos, y tal vez más locos. Pero ese era problema de ellos. Los tres estaban unidos entre sí, y si tenía que pasar… No. Eso sí estaba claro. Sigue Leyendo...
Nueve espíritus etéreos
Traídos desde la noche eterna.
Tres entes, unidos,
Llamados la muerte negra.
Ocho razas, en conflicto,
Con una que las supera.
Una especie antigua y olvidada
Que su resurgir espera.
Seis aliadas por la espada
Contra la última, pequeña y asolada.
La gran especie, asesinos letales,
Demonios, diablos, causantes de todos los males.
Joven y anciano,
Querido y odiado,
Oscuro e iluminado,
Fresco y cansado.
Asesino y asesinado,
Presente y olvidado,
Corazón Helado.
Caído y dejado
De los que le temen, por su ser.
De los que le odian, por su manera de actuar.
De los que lo aprecian, aunque asustados de su origen.
Espero la Muerte,
Pues deseo el olvido.
Lejos de los cercanos,
Ciego y sordo,
Falta de sentimientos hacia uno mismo.
Ese es el Destino
Del Creador de los Cantos,
El Fin.
Canto a la Visión Propia.
Cuando el mar recupere todo lo robado;
Cuando la tierra de
Su acoso se vea terminado;
Cuando la carne, de ellos,
En el fuego se haya quemado.
Quedará el mundo libre,
Por nada gobernado.
Canto a la Profecía.
Ni las lluvias de eterno fuego
Barriendo la sangre derramada.
Ni las hordas de seres monstruosos
Que atenazan mi alma.
Ni las armas, instrumentos de la guerra
Destructoras de uno mismo.
Ni la locura más grande
Puede parecerse a lo que siento.
Oscuridad, soledad, pena…
Sólo un rayo de pura energía me mantiene aún vivo,
El saber que no estoy tan sólo como ¿quisiera?…
El silencio, sobrecogedor, inunda el lugar. Las alas, suaves y blancas, destellantes a la luz de la luna, se marchitan, y caen, inertes. El rostro, pálido, radiante de luz, se torna oscuro, y los ojos mueren. El cuerpo etéreo se torna físico, y cae al suelo. La respiración entrecortada, el frío, aumentado. La mente, nublada, y la razón, disipada. Así Lumine se desploma al suelo.
Riek la trata de sostener, pero cae al suelo. Él sabe algo de lo que ocurre, aunque es desalentador.
Todos ellos son capaces de destruir mundos, de volar y viajar bajo las aguas, pueden hablar mil idiomas y vivir durante siglos. Pero no saben explicar por qué, sin previo aviso, caen, casi muertos. Sigue Leyendo...
Su rostro denota tal grado de indiferencia, que los guerreros tiemblan. Dudan de su propio poder. Sólo algunos avanzan. Portan infinidad de armas, pero nadie lleva una parecida a la de él. Una inmensa espada, envainada en su espalda. Y un aura extraña envuelve la mano izquierda. Se lanza al combate, avanza a una velocidad brutal, mientras desenvaina la mortífera arma. Los escudos caen, junto con las armas. Los humanos pierden el control y huyen. Pocos mantienen la calma. Los espartanos de la Antigua Grecia se mantienen en su formación, y junto a ellos se mantienen pequeños grupos humanos. Las demás razas se mantienen, aunque inquietas. Los Enanos mantienen su forma triangular de ataque, mientras que los Elfos preparan sus arcos. Pero él se detiene. Ha comprobado lo que quería. Ha visto quienes merecen respeto. Las razas no humanas desaparecen en un suspiro. Ellos ya saben lo que han ganado. Los humanos se descartan, excepto unos pocos. Hace una reverencia, y se gira. Una lanza se dirige hacia él, pero la detiene con la inmensa espada, rompiéndola en dos. Vuelve el rostro hacia ellos, y sonríe. Sigue Leyendo...
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