Nos gustaba
meternos mano
en las cabinas
del conservatorio
nos gustaba
hacer sonar
el piano
con nuestros cuerpos
follando
sobre las teclas
sobre el tablero
del negro y el blanco

Has roto sin darte cuenta
todos tus principios.
Has manchado mis labios con tu alma
he pronunciado tu nombre
sin tu permiso
he encendido tu alma
con el fuego de la mía
has abrigado mi silencio
y confundido mi llanto.
He sentido como si un abrazo
como si una mentira…

Tumbada de llanto
-misticismo estúpido
y rabia de verano-
estás más cerda, más repleta aún que de costumbre.
Tu estorbo azul y tu toalla secreta
enhebrada en mierda y silencio de niñata traviesa
que escuchando en la radio
canciones con mucha nostalgia
mientras se mete el dedo -mojada mojadísima-
del blanco y negro
de la tele de mamá
y el helado de fresa