!Cuál luciérnagas!

En la calle, por la mañana, un punto blanco del alba se refleja en el maduro movimiento de las caderas de una mujer. Todos bailamos al mismo ritmo con las miradas. La vemos cimbrear su cuerpo cuando va caminando por las calles de Murcia. En Las Torres de Cotillas una pareja de ancianos juegan al ajedrez en el Centro de Jubilados. En Alcantarilla varios niños juegan con su balón en la Plaza de la Palomas. Nosotros estamos viendo la televisión a estas horas en que las luciérnagas han dejado de brillar. El ritmo de las caderas de la hermosa hembra nos transporta a la exultante expresión de “!Impensable!. !Esto es impensable e imposible!”. Un pájaro carpintero picotea en el tronco de un abedul cercano a El Palmar, justo al lado de la casa de don Álvaro. Con la velocidad de un rayo nos tomamos el café con leche. La inmensa mayoría de los hombres nos declaramos que estamos prendados de su belleza. Pero, en fin, !cuál luciérnagas! vamos en línea recta a repetir el sueño de todas las noches. La mujer se aleja cimbreando su cintura y un brillo especial nos luce a todos en los ojos, como si fuésemos tigres… !pero mejor no tocarla!… Pepe Alegría, el ferretero, se resigna a vivir de sus nostálgicos recuerdos. Yo sigo escribiendo con mi cigarrillo JB mentolado encendido. Un cigarrillo que he intercambiado con Alfonso por un libro de “Historias Torreñas”. !Y es que esto es, en verdad, historia!.

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