EL Paraíso Perdido…la callada ausencia.

Una palabra viene a reclamar mi espacio interior: pérdida. Es cierto que perdímos un Paraíso. Aún seguimos en esa larga búsqueda, donde cremos verlo reflejado en escaparates, en los ojos de las gentes, en las formas curiosas que llaman la atención. Deseamos un mundo inexpresable donde todo sea diferente a la Realidad. Este Paraíso no puede asociarse con situaciones vividas, sino con la ausencia, la callada ausencia del relato vital. Hemos aprendido a valorar la pérdida, porque confiamos en un tiempo sanador. Nos hemos sorprendido, en muchas ocsiones, con el inevitable final de un bocadillo…¿No es cierto? Hemos deseado que no acabara, que fuera eterno, que continuara ahí. Tememos persibir la sensación de una ausencia fantasmal. Ecos del Paraíso Perdido…porque allá sonaban ecos de canciones y murmullos de soledades. Allá éramos completos, sin temor a la eternidad, sin miedo al infinito. La callada ausencia provoca que se mueva el Alma, que se muestra viva, que surja del eterno obstáculo en que envolvemos la Rosa. Un ligero temblor nos acompaña con cada palabra….La callada Ausencia, de un Paraíso Perdido…Hemos logrado ser humanos sin darnos cuenta. ¿Qué más nos queda por descubrir? La Rosa…quizá el Jardín donde reposa…o, tal vez, correr el velo que cubre la Memoria Primordial, donde todo fue al igual que será.

2 comentarios sobre “EL Paraíso Perdido…la callada ausencia.”

  1. Ayer vi la película “En busca de la felicidad”, hoy tu texto me la recuerda.

    A veces, en las búsquedas, cuando tratamos de alejarnos de nuestra realidad, la ausencia es sólo un estado de paso…, y el tiempo sanador llega. Quizás luego lleguen otras ausencias y búsquedas, de ahí el valor de la pérdida, pero confío en que cada búsqueda termine siempre en un tiempo sanador…

    un fuerte abrazo

  2. La callada ausencia es esa canción que nos llena de soledades o ese murmullo que nos llena de historia. Sin darnos cuenta hemos llegado a la Humanidad. El problema es ahora cómo codificarnos dentro de la Memoria. Cada palabra es un signo de pérdida y, a la vez, una experiencia propia que nos complementa como seres humanos. Por eso la palabra es un paraíso recobrado dentro de las pérdidas que vamos dejando con el paso de los tiempos.

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