Tu sonido melancólico,
a veces hace llorar,
morriña sincera,
de la costa galaica.
El gaiteiro te mima,
abraza tu sencillo,
corazón de piel,
con tierno amor.
Te insufla su aliento,
como si con cristal ,
de Murano trabajara,
dando calidez a tu interior.
Sopla un viento de tristeza,
corazones invadidos de añoranza,
muñeira arbolada pandeirada,
danzan entre los castaños.
Los helechos de los bosques,
se mueven sigilosos a tu son,
los lobos aullan en la noche,
hablándole de ti a las hortensias.
Los espíritus de los antepasados,
transitan los caminos escuchándote,
la Meigas abandonan sus pócimas,
al escuchar tu sonido plañidero.
Tu permaneces quieta,
dejándote querer sin más,
soltando tu mágico sonido,
al silencio de los montes gallegos.
Preciosa oda a la gaita, un instrumento ancestral que nos atrapa con sus mágicos sones.
Ay, qué morriña tienes, Kiowa. Para tí, ni danza de la lluvia, ni Manitú, ni nada, al lado de una buena muñeira.
Un saludo.