Palpita, recuerdo, el río y eres antojo
dentro. Pareces naranjo de fruto mío.
Sonrío.
Una puerta blanca de aire que sorprende
al más diminuto de mis versos.
Los besos
es algo que se aprende. Y prende
como alma en el delirio.
Junto al lirio
el viento agita el mundo
profundo…
Yo desvío el pensamiento
con ese movimiento
en que me hundo.
Y tu sonrisa hecha paloma
llega y se asoma
al estrépito de las rosas.
Son las cosas
de mi estar tan vagabundo.
Ver y mirar en lo rotundo
del cielo que llena sus esperas
en las esferas. Otro nudo
de sueños que suspiran
y miran
lo que tengo de rotundo
ser en otro estar,
estar en otro ver…
y crecer
como canto de altamar
en un segundo.
Me fascina… con la fascinación de un encanto!
Naranjo de fruto mío Eso me ha gustado…
Gracias, Juanjo. Por leer. Por comentar. Por sentir.
¿Qué crees que es a lo que me refiero con lo de “una puerta blanca de aire que sorprende al más diminuto de mis versos”? Te lo voy a explicar. Me refiero a la sensación de conocer el amor por primera vez, en un segundo verdadero y singular. Una especie de segundo en el que te decides, por fin, poetizar al amor sin barreras. ¿Recuerdas “Amor sin barreras”? Para darte una pista mejor, en inglés era “West side Story”. Pues eso. Todo lo demás (el resto del poema), es fácil de suponer.