La Leona

La Leona era una gachí la mar de maja del barrio de Lavapiés. De momento no tenía novio, aunque había un gachó que la encandilaba. Sin embargo, un randa del barrio que estaba achicharrado por sus huesos la perseguía. La Leona, cuyo nombre no le habían puesto en vano en la pila, le respondía dando zarpazos a diestro y siniestro.

Pero él siempre andaba poniéndose moños, no fuera a ser que en una de esas Leona se rindiera, aunque bien es cierto que la temía más que a un nublado. Y mira que la Leona le decía que no le buscase cuestión, que como ella atinara a atizarle bien en cualquier momento no le iba a salvar ni la paz ni la caridad.

El randa, que se llamaba Gregorio, cometía todas sus fechorías fuera del barrio, no fuera a ser que algún guindilla que le conociera bien y supiera donde vivía acabara por echarle el guante. Los guindillas del centro eran más lentos que la tartana del Chirri y por eso el Gregorio siempre se las apañaba para alzarse con el santo y la limosna.

Un día el Gregorio, que había andado de jarana y que había pimplado más de la cuenta, se atrevió a cerrar el paso a Leona a su salida de la buñolería para el desayuno con aguardiente de toda la familia. La Leona se defendió como gato panza arriba, chilló y pataleó, y al final llegaron los del orden y llevaron al Gregorio a la Prevención.

Y así fue como una prometedora carrera en la delincuencia, la del Gregorio, se vio frustrada por no haber sabido nadar y guardar la ropa y por acoso sexual. Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

11 comentarios sobre “La Leona”

  1. !Olé castiza!. La gachí y el gachó. Los randas siempre acaban en trenas sorpresivas. La buñolería siempre suele ser las trampa de los guindillas. !Que viva Lavapiés!.

  2. Como sabrás, Lavapiés hoy día es un feudo de chinos y de árabes. Nada que oponer, me cae lejos, lo peor es que a veces la convivencia no es pacífica por lo que tengo entendido.
    El randa fue a la trena, ella no tuvo que ir a la calle de Quiñones porque no había hecho nada más defenderse. (Calle de Quiñones es un eufemismo para hablar de la cárcel de mujeres, en “Agua, azucarillos y aguardiente”).

  3. No, Diesel, antes que la cárcel de Yeserías, la cárcel de mujeres al parecer estaba en la calle de Quiñones, que sale a San Bernardo, frente al Instituto Lope de Vega. Cerca de la iglesia de Montserrat, casi donde comienza Alberto Aguilera, subiendo desde Gran Vía a la izquierda. No puedo darte más señas, es una calle poco conocida, yo sé dónde está porque un amigo vivía allí.

    “No te pongas tantos moños, que a pesar de tu honradez, en la calle de Quiñones ya has estao más de una vez”. Agua, azucarillos y aguardiente.

  4. !Olé, Carlota!. !Que bien lo detallas!. Por cierto la zarzuela “Agua,azucarillos y aguardiente” de Manuel Carrión con música del maestro Fernando Chueca la vi yo siendo muy niño en la ciudad de Ceunca, en el antiguo Teatro Xúcar de Cuenca (España), que estaba situado en la Gran Vía conquense (calle que se la llama Carretería porque en la antiugedad era la que atravesaban todos los carreteros que pasaban por Cuenca). Esta obra se estrenó, pro primera vez en su historia, en el Tatro Apolo de Madrid en 1897.
    Un abrazote, !castiza!.

  5. ¿Cómo no lo voy a detallar bien si me han salido los dientes por esos andurriales? Tenía familiares (todavía están sus descendientes) en la calle Velarde, junto a la Plaza del Dos de Mayo.
    Cuenca es una ciudad imponente. La vista del río desde arriba del todo impresionante. El morteruelo… hmmm.

    Un abrazo, Diesel (vasco-madrileño-murciano)

  6. Carlota. Mis raíces biológicas son una madeja increíble. Verás. Yo nacer lo que se dice nacer fisícamente nací en Badajoz pero mis padres eran totalmente conquenses (de Cuenca ambos) y a los tres meses de edad (cuando no sabía ni apenas gatear por el suelo) me llevaron a Madrid y por eso soy completamente madrileño… pero es que además verás el puzzle que es esto: mi abuelo paterno fue bilbaíno (pero toda su familia era de Barcelona), mi madre paterna era de Castellón (aunque nacida valenciana), mi abuelo materno era de Cuenca pero descendiente directo de gallegos de Orense (una rama de esta familia mía es de La Coruña) y mi abuela materna era también conquense (pero toda su familia era de Córdoba). Para más inri me caso con una mujer ecuatoriana (de Guayaquil) tengo una hija nacida en Madrid y otra nacida en Quito y ahora llevo dos años radicado en Murcia después de haber vivido 13 años en América Latina y Estados UNidos (donde trabajé como periodista). !JEJEJE!. Parece increíble pero es cierto. Ahora bien yo ser ser exactamente ser por crianza y educación y vida completa soy MADRILEÑO, del barrio de Narváez (exactamente de la Calle Alcalde Sáinz de Baranda muy pegadito al Retiro y por el otro lado a la Elipa y el Barrio Moratalaz) aunque también he vivido bastantes años junto al Estadio Manzanares del Atlético de Madrid (en la calle Juan Duque que está paralela a la Virgen del Puerto) y otra serie de años en El Batán (en la Colonia Nuestra Señora de Lourdes) justo en la cima de la Carretera de Extremadura. EN FIN QUE SOY MADRILEÑO COMO TU PERO ME CONSIDERO TAMBIEN CIUDADANO DEL MUNDO.

  7. Pues yo en cambio, por lo que sé, soy de ancestros castellanos por ambas partes. Tanto de Castilla-León como de Castilla-La Mancha.
    Pero siempre me he considerado ciudadana del mundo, porque desde muy joven tuve contacto con extranjeros por motivos de trabajo, en las diferentes empresas, en alguna de ellas más que en las demás, y siempre me ha parecido que ese contacto era muy gratificante. Incluso, una vez trabajé con un apátrida, húngaro de nacimiento (esto lo digo anecdóticamente, porque nunca más he conocido a ninguno).

  8. Carlota. Casualidad de casualidades. Yo jugando al tenis conocí a un apátrida polaco llamado André Licis. Era un profesional de la raqueta y jugaba en los tiempos de Manolo Santana. Me parece que al final de todo se nacionalizó francés. Muchos años jugó torneos internacionales como apátrida (algunas veces me enseñó a dar algunos golpes de tenis). !Qué tiempos!.

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