¡Me Voy!

A Sanita se la veía preocupada, estaba dando pasos de intranquilidad por el comedor de su casa. Hasta hace muy poco tiempo estaba estudiando Literatura, pero…

¡Alguien llega de la calle! Es una mujer de mediana estatura y nariz de patata, entra en el comedor dejando unas bolsas sobre una mesa. Sobre su cara unos hilos gruesos de humo que se alejan de un contaminante cigarrillo exclamando a gritos que se está abrasando… Pero la única respuesta-estímulo era una voz grave que constantemente luchaba con una tos impuesta e invasora, saliendo de un hábito llamado “Me Voy a Fumar Otro Cigarrillo y No Debería”

La joven Sanita cambia de porte, se muestra más a la defensiva y drástica… Ambas mujeres se enzarzan en un desgastador intercambio de reproches; en el ambiente hay enrarecimiento, tirantez, pero sin llegar a más.

Dos días más tarde, por la mañana muy temprano una luz amable y delicada se enciende sobre una mesita de noche. Bajo unas sábanas alguien se despereza con cierta gandulería, un cabello oscuro y largo llevado a un lado muestra un rostro medio despierto y medio dormido ¡Sanita se ha sentado en la cama! ¡La acompañan un par de bostezos madrugadores que la dejan brevemente boquiabierta!

La ducha acaba de cerrarse y un albornoz protege su cuerpo. Bajo el albornoz las gotas de agua buscan descender hacia unos pies color café.

La joven ya está vestida. Sale al pasillo, llama a una puerta con cuidado. Con respeto.
Al otro lado un hombre pronuncia un “Si”… Sanita entra, y mantiene una breve conversación con su Bisabuelo, apodado “El Estudiante”:
“¡Estudiante! Tengo de decirle algo… Tengo un billete de tren, me voy “
El Estudiante se sienta en la cama y escucha, y lo más importante, con su mirada demuestra dar crédito a lo que oye, el Estudiante se tomaba en serio a Sanita. La conversación sigue unos minutos. El anciano y su biznieta se abrazan. El viejo, con voz baja y confiada: “Sé que tu madre y tú padre no te dejan vivir ni estudiar. También sé que te gusta escribir. Deseo que logres tus objetivos y que puedas vivir tu vida. Si me necesitas intentaré ayudarte. Si no estoy aquí, me encontrarás con mi padre, quiero pasar unos días con él. Que tengas buen viaje” dijo el Estudiante recuperando el abrazo con la joven. Después de ver como su biznieta sale de la habitación apaga la luz nuevamente. Sin mostrar ningún tipo de apego ni dependencia.

Sanita se mostraba harta de su vida, de estar cansada inútilmente…Debió pensar que marchándose a otro lugar haría bien…

La joven llegó poco antes de salir el sol a la estación, informándose accedió al tren que tenía que tomar, faltaban unos minutos para iniciar, continuar un viaje, un cambio…

Poco antes de media noche el tren finalizó su trayecto, la joven viajera se apeó y salió al exterior, su cansancio era visible. Ahí fuera, miraba y miraba…. Se acercó a un empleado de la limpieza y preguntó por algún sitio para dormir…

A la mañana siguiente de haber dormido mal, en una habitación de pensión, de ambiente agradable y cuidado Sanita se recoge y baja a recepción, allí se encuentra con la propietaria, una mujer mayor con rulos y bata de estar por casa… Le pregunta:
“¿Conoce a alguien que necesite una asistenta a domicilio?”
La mujer mayor dice ¡Vaya pregunta más directa a estas horas!, y como sujetaba con la mano que estaba más cerca del mostrador un papel escribió algo con cierta frialdad o resentimiento, una dirección y un nombre…

Siguiendo esas señas fue a parar a un despacho. Con gesto de extrañeza, vio que era una Empresa de Servicios Domésticos… Por allí dentro preguntó otra vez lo mismo a una secretaria, que a su vez fue a buscar a alguien…
Un señor de mediana edad salió de un despacho, y gesticulando hacia ella…Pasaron al interior y dialogaron: … “Tenemos una oferta… Pero… ¿Qué referencias tiene usted? Ella agachó la cabeza -¿Hasta que punto jugar a la sumisión vende? Podría pensar ese astuto vendedor. Después pidió al señor que la entrevistaba que llamase a un teléfono… La chica avanzó el brazo entregando un papelito…. allí había un numero anotado. El hombre sonreía con cierta falsedad.

Aquella misma tarde Sanita se bajaba de un tren de Cercanías, entre sus cosas llevaba un sobre que le habían entregado en aquella empresa.
Con cara de tranquilidad y curiosidad, iba caminando por las calles de aquella pequeña ciudad, preguntando por una dirección a según que gente encontraba…

El Sol descendía. La recién llegada se detiene ante un portal exterior. Hay un cercado mitad muro y mitad vallas. Se trata de un patio, en la pared del fondo está la entrada al edificio. El Patio se ve atendido, con arbustos y árboles, el suelo de terrazo esta barrido, es un patio amplio y descongestionado. Sanita se detiene a mirarlo, en su rostro se intuye satisfacción.

El edificio consta de cuatro plantas. Llama a la primera puerta que se le ocurre. Una mujer con moño y cara redondeada se asoma: “Buenas Tardes, Dígame” Aquella voz parece tranquilizarla o conciliarla, pues se estaba quitando la mochila. “Hola, vengo de parte de….”, en aquel momento muestra el papel que lleva. La mujer lee, acto seguido mirando hacia arriba por el hueco de la escalera, levanta la voz, pero sin gritar: “¡Pepitaaaa! ¿Está por ahí Saturnino?… Decía la mujer con cierta entonación y ánimo musical y folklórico.
Sanita también levantó la mirada, y comprobó que en las barandas de las escaleras que dan al hueco, había varias personas más bien jovenes mirándola, también había chiquillos que la recibían con una sonrisa, pero sin decir nada… Abajo en el vestíbulo de la escalera había juguetes que invadían parte del suelo, estaban puestos al tun tun, de cualquier manera. Y un poco más hacia un lado había un televisor cuyo cableado entraba en una de las viviendas de la planta baja. Ahí mismo casi en medio del vestíbulo también había un colgador portátil con ropa tendida. De esa misma vivienda que tenia la puerta abierta salió un hombre corpulento, llevaba una toalla liada de cintura para bajo y otra sobre el hombro, por su cabello mojado parecía como si hubiese salido de la ducha. El hombre miró a Sanita con total naturalidad y la saludó como si no fuese ninguna novedad su presencia. Subió escaleras arriba y entró en el primero segunda que también tenía la puerta abierta. De allí salieron dos o tres chiquillos correteando y riendo, parecía que estaban jugando en su propio mundo, bajaron alegremente y entraron en uno de los pisos que había en la planta baja y allí se juntaron con otros niños. Poco después volvieron a salir seis o siete niños, y se pusieron a jugar al escondite. Casi todos subieron las escaleras e iban entrando y saliendo en diferentes pisos, como Pedro por su Casa, al parecer todos los pisos tenían las puertas abiertas. Y diferentes personas iban entrando y saliendo con total naturalidad. En uno de los rellanos de la escalera había un transistor en funcionamiento.

Al cabo de un poco, aparece un hombre alto, de cierta edad ascendente, piel morena y cabello blanco. No tenía puesta ninguna gorra, ni fumaba en Pipa. Ni nada parecido.
La otra señora dice con suavidad: “¡Satur, la joven de la agencia!
El hombre saluda con gran proximidad a Sanita. En ese momento, Saturnino coge la mochila, y: “Debes estar cansada” La otra ni siquiera pudo contestar, pues se ve sentada en una silla. Han entrado en aquel piso y le ofrecen descanso, Sanita lo acepta sin rechistar, sin diplomacias ni protocolos, lo acepta con gran naturalidad.

La mujer dice a la joven “¿Cómo te llamas?” Ella contesta: “Sanita”
“Bienvenida, yo me llamo Guadalupe, mi hermano Saturnino te explicará e informará de todo. Podrás preguntar cuanto quieras. Por la mochila veo que vienes de lejos, ¿cierto?
¡Ah, sí, sí!

Minutos después un hombre con un sombrero entraba, venía de la calle, se coló en aquel piso, mirando a Sanita, sin decir nada, se le veía pensativo y desenfadado…
Sanita al ver esto miró a Guadalupe atónita. “Ese que acaba de pasar para dentro es mi cuñado Silverio, luego podrás conocerlo.” Dijo Guadalupe para tranquilizar a la recién llegada.

Saturnino y Silverio salen de una habitación, acabando una conversación. La desconocida y recién llegada dice con visible confianza a Guadalupe: ¡No entiendo lo que hablan! La mujer sonríe proyectando simpatía y cercanía: ¡En esta familia nos hablamos todos en Latín, salvo cuando hay visitas!
¿Y porqué? Preguntó Sanita.
La mujer respondió sabiamente: ¡Pues no lo sé! ¡Debe ser pura historia familiar y ancestral! ¡También puede ser que seamos unos anticuados!
La joven para acompañar esa respuesta añadió, la originalidad, la autenticidad no tiene porqué ser algo anticuado. Lo moderno y anticuado suelen ser dos caras de la misma moneda.

Ambos acompañan a Sanita hacia arriba, saliendo de aquel piso.
Llegan a la primera planta, Sanita vuelve a comprobar que las puertas de los dos pisos están abiertas, ella se queda en medio del rellano esperando, porque ambos hermanos han entrado en el primero primera, aparece Satur e invita a Sanita:”Ven, ven”. Allí dentro hay tres personas conversando alrededor de una mesa, no se entendía nada. En aquel momento Silverio vuelve a las escaleras y sigue subiendo a solas.
“Te presento a mi hermana Frasquita y Leandro mi cuñado. Y ese de ahí es mi hermano Francisco, que vive con su familia en la puerta de enfrente, en el primero segunda.” Al parecer a Sanita le producía una agradable extrañeza escuchar a aquella peculiar familia hablarse en Latín, y sobre todo su pronunciación.

Después de un rato de conversación salen, y siguen subiendo a la siguiente planta. Otra vez todas las puertas estaban abiertas. Sanita sonreía: “Dime una cosa Satur, tengo curiosidad, pues nunca había visto nada igual, ¿porqué están las puertas de los pisos de este edificio abiertas?” A lo largo de la escalera habían maletas, cajas de herramientas, cazuelas… y otras cosas propias de una gran casa.

Ambas personas siguen subiendo, y mientras, Satur responde:”Verás, este edificio tiene cuatro plantas, cada planta tiene dos pisos. Arriba del todo está el ático, allí dormirás tú, cuando entremos te explicaré en que consiste el trabajo. Estoy convencido de que te va ha interesar.
Nosotros somos cuatro hermanos y cada uno vive en un piso con su familia, por eso están todas las puertas abiertas, en realidad es como una sola casa, somos una gran familia.”
Sanita escucha atentamente. Según suben Saturnino sigue hablando:”Si te quedas aquí irás conociéndonos. ¿Has visto antes a uno que iba liado con una toalla? Pues ese es un primo nuestro que también vive aquí, cada cierto tiempo está en un piso diferente. Es un manitas y se encarga de las reparaciones y mantenimiento, y lo hace porque disfruta.

Llegan al ático. Tiene cocina, aseo, dos habitaciones, comedor. Enfrente de la puerta de acceso al piso, hay otra puerta para acceder a una terraza. Después de ver el piso salen afuera y Satur explica: Necesitamos una empleada, que haga tareas normales de una casa, podrás ayudar en un piso por día, incluso algunas tardes y fines de semana no tendrás faena. Hay tareas diarias y las eventuales, que si aceptas el trabajo lo iremos acordando para que puedas hacer tus cosas.
En este piso podrás dormir, te pagaremos cada mes, podrás desayunar, comer y cenar con nosotros aunque trabajes como empleada. Si quieres hacerlo por tu cuenta tendrás que costeártelo con tu sueldo. Pero recuerda que siempre que quieras podrás comer con alguno de nosotros como si fueses de la familia. También te daremos de alta y tendrás contrato de trabajo. Si lo deseas puedes quedarte unos días para ver si te adaptas bien. Olvidé decirte algo Sanita, una sobrina tiene un bebé quizás algún día tendrás que llevarlo o recogerlo de la guardería. Y a veces tendrás que hacer de niñera. Otra cosa, de la luz y agua que consumas únicamente tendrás que pagar la parte proporcional, cada vivienda tiene un contador.

Satur añade algo con naturalidad:” En este sobre que te entrego tienes la información por escrito de lo que lo que vas a cobrar. No queremos que te sientas agobiada, queremos que estés bien aquí y que puedas organizarte, como si fueses alguien de la familia. Lo que si te pedimos es que, aquí no se pueden montar fiestas ni hacer ruidos, ni traer amistades conflictivas. Si en algún momento tienes alguna duda de cualquier tipo, puedes recurrir siempre que lo veas oportuno a cualquiera de nosotros.
Sanita parecía estar contenta y satisfecha, miró a Saturnino y dijo: ¿puedo hacerte una pregunta, un tanto personal?
¡Adelante, lo que quieras!
¿Cómo os lleváis con el resto del pueblo?
Satur suspiró, luego se pronunció: ¡No demasiado bien! Nadie en el pueblo nos acepta demasiado, exceptuando a un matrimonio que trabaja en correos. La gente de este pueblo nos ve excéntricos o algo así, procuramos mantenernos en nuestro lugar y vivir tranquilos, y que la gente piense lo que quiera.

Al día siguiente Sanita conoció a Gertrudis, una hermana de Saturnino. Y mientras Sanita pasaba la escoba por el piso la mujer propuso algo: ¿Quieres Sentarte un poco?… La señora se levantó, cogió unos cuantos folios escritos y preguntó: ¿Te gusta escribir? ¡Estoy escribiendo la historia de mi familia desde que está en este bloque de pisos! ¿Te gustaría ayudarme?

Y la joven empleada que había dejado al Estudiante muy lejos, para descubrir su propia vida, dijo con satisfacción que sí.
Tres días después envió un telegrama a su Bisabuelo contándole la buena noticia y que esta trabajando con esa curiosa familia que acababa de conocer. Y que cuando hablan entre ellos y no se dan cuenta de su presencia, hablan en Latín y no entiende nada, aunque ya ha aprendido algunas palabras.-
Fin

2 comentarios sobre “¡Me Voy!”

  1. Sanita fué a encontrar su futuro, en esa casa, me dá la impresión que encontró la felicidad que buscaba y además logrará hacer realidad su sueño de escribir.
    Un bello relato y muy bien contado.
    Un abrazo Volskiers.

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¡Me voy!

Compañeros me voy a Santiago (de Compostela) a estudiar Filología Clásica en la Universidad. Por ahora no tengo ordenador, asi que no se cuanto pasará antes de poder estar por aquí de nuevo. Espero que no sea mucho, ¡cuidense todos, y sigan escribiendo! Un fuerte abrazo.

3 comentarios sobre “¡Me voy!”

  1. Yo también te deseo lo mejor. Hemos pasado buenos tiempos aquí con tus textos. Vuelve cuando puedas. Seguiremos aquí… un abrazo… y no te preocupes… que si te dicen que caímos… es mentira… un día volveremos… otra vez más…

  2. Te deseo mucha suerte en tu nueva andadura, pero por favor !!no tardes mucho en volver!! Eres alguien en esta pa´gina y necesitamos leer tus textos t poner en marcha tus ideas.

    Un abrazo y cuidate.

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Me voy

Hoy, lo tengo decidido.Me voy, y es para siempre.
Si, me han convencido, lo han logrado.
En este día, cuando todo cae, cuando los cimientos más básicos de la existencia mia estan ampliamente rotos, yo me voy.
Dejado solo he sido, y no solamente por las increíbles desgracias, tan floridas y variadas, tan fantásticamente admirables en su malicia, que aniquilaron hace mucho una vida de felicidad, sino por aquellos que nos rodean.Por eso, me voy.
Hasta el más mísero gitano, el último ladrón, el más despreciable criminal, algún vagabundo, tendrá aunque sea en sus iguales a un amigo, a una amada, a una compañía, a un auxilio.

Un comentario sobre “Me voy”

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Me voy

eso.. me voy de mi casa mañana, me marcho a la universidad, a estudiar terapia ocupacional.. =)
asi que no me verán en un buen tiempo publicando, ya que tiempo casi no tendré entre tantas cosas que deberé hacer.
Saludos para todos y espero volver con mi pluma lista para volver a escribir mi destino.

-R-

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