Misterio en el Mulhacén (II)

Ésta es la segunda parte de la entrega. Lo interesante viene al final de la parte que queda…

…un escalofrío recorre mi cuerpo…Algo pone alerta mis sentidos. Oigo ruidos por las paredes…detrás de mí, a mi derecha, a mi izquierda…no simultáneamente en todas las paredes, pero si de unas a otras. No termino de saber si son por dentro o por fuera del refugio.
Dentro la leve luz que entra por la ventana e ilumina sinuosamente la mesa que hay justo bajo ella. Allí encima está la bolsa con el desayuno tal y como la he dejado.


Los ruidos siguen, a ratos pero no paran. Me intento imaginar a qué pueden deberse…¿quizá sean cabras que vienen a las proximidades del refugio en busca de algo de comida que haya podido dejar alguno de nosotros?, de hecho, mientras picoteaba antes de subir al Mulhacén ví excrementos junto a las paredes del refugio. Intento autoconvencerme.
Llevo algo menos de una hora metido en el saco. Los ruidos ahora están más cercanos a mí. Es como si estuviesen arañando la tarima donde me encuentro con el saco. Esto empieza a desquiciarme ya. Me incorporo y enciendo la luz del frontal. Los ruidos se han parado, pero cuando de nuevo me tumbo y apago la luz, empiezan de nuevo. A veces se oyen como si los tuviera a menos de un metro de distancia. En varias ocasiones repito la operación de incorporarme y encender la luz pero no veo nada, es como si algo se estuviese mofando de mí. Ya ni siquiera me tumbo, permanezco sentado dentro del saco. En una mano el frontal y en la otra la navaja abierta. Es como un corre que te pillo y espero a oir los ruidos, detectar de dónde vienen, dirigir el frontal en esa dirección y encenderlo para ver si veo algo. Nada, no veo nada y los ruidos paran al encenderlo. Así en reiteradas ocasiones.
Permanezco un buen rato sin encender la luz, inmóvil, con las pulsaciones como si estuviera corriendo 400 metros a todo meter, agobiado por los pensamientos que me vienen a la cabeza, a cuatro horas de la civilización, esto no puede estar pasando ¿qué hago? Sé que no estoy aquí solo, hay algo o alguien más conmigo.
Los ruidos aumentan en la tarima donde me encuentro. Van de un lado a otro en ella y a través de la pared también. Esperando encontrarme algo que no me iba a gustar, sin apenas hacer ruido me incorporo de nuevo, otra vez más y me quedo quieto… enciendo de nuevo la luz hacia donde más ruidos hay y más cerca de mí están.
Cual es mi sorpresa cuando veo un ratoncillo corriendo endiabladamente hacia su escondrijo, en una de las esquinas de la pared. ¡Le he pillado¡ ¡Mira que eres tonto Diego!, me digo a mí mismo. Pensando en que lo que había allí no era humano.
En este juego del ratón y el gato ha pasado cerca de una hora. ¡Joder, tenía que estar durmiendo que tengo que madrugar! Me levanto y cojo algo de pan de la bolsa del desayuno. Acto seguido, compruebo si es posible que alguno de estos habitantes pueda subirse la mesa trepando por la única pata que tiene con el objetivo de mi desayuno, pero es imposible que suban por aquí o que salten desde algún otro lado. Hecho varias migas en la esquina donde he visto meterse al ratonzuelo, para que se harte y no me dé más la tabarra.
Venga Diego, a sobar. Cierro el bardeo y apago de nuevo el frontal.
Los pequeños ratoncejos, pues debe de haber más de uno, siguen de aquí para allá un rato más. Enciendo el frontal y veo como en la esquina hay más de uno zampando pan, je je, que graciosos, ya no se asustan. Les dejo a su rollo, no me preocupan.
Noto como las pulsaciones bajan estrepitosamente. Me veo en la cumbre del Mulhacén como horas antes…pienso en la churri….me empiezo a quedar dormido….me duermo…
¡Unos golpes! ¡Fuertes golpes! Llaman a la puerta. ¡Pero si son las 2 de la mañana!. ¿Quién será? ¿Alguien que ha llegado más tarde y que al ver cerrada la puerta quiere entrar?
Los golpes, bien fuertes, son a intervalos iguales: 3 golpes y una pausa, otros 3 golpes y parada de nuevo. Imposible que sea una cabra golpeando con la cabeza con deseos de entrar aquí, las pausas entre los golpes son demasiado perfectas y la fuerza con la que golpean la puerta en demasiada como para que la cabra no se quede grogui…Es como si dieran con muy mala leche.

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