El gozo de la palabra no se descubre en el pensamiento. La palabra que suena, que es fonema más fonema, llena de intensidad la verdadera razón de lo humano. Posibilitar un hecho tan extraordinario es considerar la naturaleza profundamente energética de lo humano. La muerte es el verdadero no decir, no pensar, no llegar al oído del otro. Por todo esto, considero vivir dentro de las sonoridades que me convierten en un simio evolucionado; prefiero ser la eterna palabra, que sin duda, no es sino otra verdad desconocida.