Me dolieron los huesos
y lloré, como jamás lo había hecho.
He podido dejar de estar aquí,
pero…la rutina de ponerme frente a la vida
pudo con ese otro mal trago
que tanto confortaba mis angustias.
Y fluía entre los demás
como el humo de un cigarrillo:
nada extraño en mí,
pero el desgarro en mi vida
destilaba cada día un agotador olor a miedo.
Lo más humano se me descubrió en
pocos años…
y lomás humano me descubrió que
podría llegar hasta el mismo límite…
sólo que las lágrimas me rindieron
y simplemente…decidí seguir del lado
de los que aceptan su verdad..
quizá por ser suya.
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simplemente gracias, amigo sin rostro… pero con algo mas que palabras que ofrecer