Para Alcohol (segunda parte)

Aquí me tienes,
descarnado y blanco como un fósil.
Tu mano me tocó y me dio miedo,
porque olía a sangre y desesperanza.
Sábanas con olor a hombre
cubiertas por la línea de tu esqueleto.
Las horas blandas eran espumarajos
de la saciedad de tus labios.


Dame otra vez de tu boca
el aliento embalsamado,
la última noticia,
el telediario virtual que nunca escuchas.
Lávame desde el borde de mi angustia
y no digas tu nombre.
La noche es tarde para llegar a ser mañana.
La calavera de plástico
me sonríe una vez más,
con sus ojos azules.

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