Extensos sueños de alfombras de hierba
y parlanchinas palmeras de encendidas pestañas
que tocan el holocausto de la arena del Desierto.
Alguien lleva la cabeza en las manos y mira al camello.
El camello, con sus patines, zigzaguea entre la nieve.
Un urinario en la exposión.
Duchamp es la brisa que borda lo bruto,
el verde transmutado en ónice o en marfil de Mamut.
Clara abre sus ventanas y peina a la vecina,
se inclina en forma de cuatro y se convierte en silla.
Dalí entorna los bigotes y levanta su nariz de conejo,
su piel es un pellejo de bastardo de lobo y dineral lujurioso.
El sol babea su calor en lavas insanas que muerden la calle.
La pisada del obispo es morada y rígida, como la obsidiana,
el cristal azteka que sacaba corazones.
Hitler se pone la bata de flores y borda con suavidad
sobre la piel desecada de su genitalidad agónica.
Retorna la luz y la brisa se hace brazo del lazo del zapato.
El cine vacio inquieta al portero.
Que además….es torero.
Con afecto para un Dadaísta que no sabe que lo es.
Un comentario sobre “Poemática Dadaísta.”
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Y hay un montón de Napoleones bebiendo coñac en medio del atrio de una iglesia. !Un abrazo, grekosay… y sigue… sigue haciéndonos meditar con las poemáticas existencialistas!. Yo creo que ningún dadaísta sabe exactamente lo que es… y por eso el coctel de las existencias son como tártaras invasiones destruyendo el Rus de Kiev.