Rainer Maria.

Tus palabras, como revelaciones inversas,
en la ausencia de lo humano ingnoto.
¡Que no confundan tu cristal, tu espejo, tu mirada,
con la negación de tu sublime esencia.
No te detengas mucho tiempo, en los balcones del Duino,
porque allí saciarás las hojas blancas con tus verbos.
Mil veces renacido de la angustía,
conduciendo el barco, la nave de los vivos,
guiado por un ángel que señala con su dedo la brevedad
de un camino poético y gozoso, o doliente y melancólico.
De ti la misma esencia del ayer culmina.
Se dentiene el niño y gira sus ojos hacia dentro,
donde pueda escuchar su nombre y no confunda
sus vestidos de niña con su afán de niño.

El oráculo se manifestó entre los cinceles de Rodin,
en las palabras determinantes para llamar al arte
y la sagrada mística de quien, como tú, fue elegido.
La Naturaleza se abre en pedestales que se suceden,
que forman parte de la corte de la muerte, emperatriz
de la mismidad polícroma de lo humano.
La esencia es elemental y precisa. Una eternidad no mide
lo alcanzable; la disolución enterna entre despertares cansados.
Por ti, Rilke, el mundo cambió para encontrar la inmensa
benevolencia del Todo:Inmensidad de lo Inalcanzable.

Un comentario sobre “Rainer Maria.”

  1. !Excelente configuración de la vida de Rilke!. Es precisa y preciosa tu manera de interpretar al insigne poeta haciendo un panegírico verdaderamente bello y trascendente sobre la interioridad rilkiana. Gracias

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