Sangre

Se tiñe la circunferencia de tus labios de azul opaco, rodea la espesura de un monte lívido y natural que se enciende en el volcán de tu lengua enardecida. La noche cálida temblaba en tus ojos, el frío sin abrigo abrigaba sin verdad. La luna era el resabio de tu oscuro follaje, eterno fuego y triste manantial. El silencio ocupaba un espacio, el cúmulo de ideas enterradas en algún lugar despertaba a aquellos que dormían sin pretexto, solo para sentir que no deberían amar. Las uñas del delirio rasguñaban el llanto, impedían que tu suerte fuera ahora excepcional. Caminaban despacio los pájaros de mañana, solo para sentir que no amaban más. Debajo de las piedras se escondía el secreto, supiste que en un tiempo tu rumbo se eclipsó. Caminaban despacio los pájaros desnudos, impedía tu deseo encontrar la cavidad. Las palabras, instrumentos ilícitos y torpes, tus palabras se acoplaban al sonido mustio de un mudo corazón. El mantel recubría el milagro, la vergüenza escapaba a otra realidad. Estábamos mientras uno era los dos.

3 comentarios sobre “Sangre”

  1. !Me encanta tu energía literaturnal, amiga Celeste!. Esa clara sintonía entre la percepción de lo intrasustancial y el abigarrado léxico que expones con una audacia verdadera y radical. Me gusta cmucho como escribes. La circunferencia se abre y se cierra en el espacio donde has ido acumulando palabras como manantial de fuego eterno. Me encanta la escena de los pájaros desnudos como testigos de ese despertar sangriento. Y ese final de “uno era los dos” es realmente magnífico. Un bestoe, Celeste. Sigue adelante…

  2. Tu escritura es poesia pura en estado somnoliento, sin colocar en estrofas y sin contar métrica ni rima. Son hondos pensamientos que te salen de dentro, y plasmas en el papel entregando tu alma abierta a los demás, enseñando tus descubrimientos interiores. Eso lo percibo yo como poesía, y especialmente ese final. Me ha conmocionado.

    Un saludo.

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