Me hablas y desde hace un tiempo recuperas las sensaciones de un tiempo de terciopelo. Te escucho y desde la levedad que los recuerdos provocan, creo sentir el tacto de tu mano. Hoy, admirando el blanco jarrón decorado con silencios, los pétalos de tus rosas inmortales se mecen en el aire: tacto vegetal, materia tierra, silencio sobre la alfombra.
Nos supimos entre nubes altas, cirros acumulados en la vorágine del vértigo y hasta donde soy capaz de recordar, una expresión llamando a las estrellas por su nombre.
Aquí, cuando un suave latido de perla en gota de agua mece el silencio,
el tacto de tu mano es la luz, la nutritiva miga de un pan abierto al silencio de mil noches.
Muy bueno, Greko. Encuentro que en todos los textos que escribes en Vorem hay algo muy lleno de concentraciones evasivas que no quiere decir que sean fugaces ni fugitivas sino todo lo contrario, porque son como concentraciones de sentimientos reservados para la emoción entre poética y filosófica. Siempre he admirado tu elegancia para no caer en la vulgaridad. Hasta luego, Greko. Un abrazo sincero.
Análisis del Contenido: Comienzas con un “desde hace un tiempo recuperas sensaciones”. Nada más humano y nada más verdadero. Es un derecho inalienable de quienes intentan profundizar en las tareas, los modos y las maneras de escribir de cara a los demás empezando por su propia interioridad. Si sabemos escuchar a los recuerdos que nos provocan sentimientos es que estamos en el camino correcto para llegar a decir cosas como “los pétalos de tus rosas inmortales se mecen en el aire”. Tacto. Hablas del tacto en que lo vegetal y lo terrenal se unen en un silencio para “caminar”. Buena idea literaria. La comparto. Seguimos con “una expresión llamando a las estrellas por su nombre”. Por supuesto que cada chavala que he conocido y que me ha llegado a gustar (por supuesto que nunca engañando para nada a la chavala con lo que estoy casado) tiene algo así como un nombre de “estrella” (o mejor dicho de “estela”) en la vorágine del vértigo de la vida. Y terminas con “la nutritiva miga de un par abierto al silencio de mil noches”. Yo te podría contar, como muy bien sabes tú ya acerca de mi personalidad, miles de silencios nocturnos donde la palabra se me convirtió en sueño. Lo que sucede es que la memoria existe y, por ello, cada uno de esos silencios nocturnos se convierte en “alba de palabras”. Para no confundirnos en este laberinto que se llama vida yo lo llamo existencia. Hasta luego, Greko. Un abrazo amistoso.