Un Cuento de Terror Vegetariano

Se encendió la luz tirada por una mano gruesa y como llena de estrés y colesterol. Una mano marrana. Lisibel se subió el camisón con los dos únicos dedos que le quedaban y se dijo -¡Ah!- a sí misma. La luz de la lámpara se encendió. Lisibel se dio la vuelta y la mano gruesa la cogió del pelo como para tirarla, pero Lisibel cogió uno de los zapatos de su abuela y ¡zas!. Se escuchó un aullido lastimero. Un supuesto lobo que tenía como mascota a una vecina turca salió a la ventana con el preservativo puesto y dijo algo en lobo, luego cerró la ventana y se pilló los testículos con el cierre o en cierre. ¡Ahuuuuuuu! Nunca había sentido un proceso de cierre tan rotuendo y la policía tuvo constancia del hecho y testificaron dos protitutas que vivian arriba y dejeron que ellas no chingaban fuera del horario laboral y menos con el lobo porque pagaba poco y no iba a misa. Un grito se escuhó en el patio interior.

Un joven tendía su ropa y a la vez miraba de reojo hacia una venta con cortinas de color bechamel. Se escuchó el último grito, porque ya no vivía más gente en el patio interior y todo quedó en penumbras. Era el grito de un tomate que alguien pervertido tiró a la olla. Las protitutas gritaron y hasta se agarraron entre ellas en un abrazo de compañerismo siliconista. ¡No! dijo el tomate, pero en la penumbra y sin saber quien le había metido mano, cayó algua como si nada. El chico que tendía la ropa comenzó a llorar y mojó toda la ropa del párroco que vivía debajo y que coleccionaba huesos de cerezas, para hacer rosarios para los niños pobres.
Y así un miedo que te cagas.

(Capítulo 1 de la obra de terror vegetariano: Tomate al Amanecer. Escrito por Pápata Gristy)

5 comentarios sobre “Un Cuento de Terror Vegetariano”

  1. Yo me he quedado tomatónico. Excelente humor. Aquí hay Tomate. Pápata Gristy y
    Chelón Olmos a un mismo tiempo. Ardo en deseo de leer el Capítulo 2 por ver que dirá el párroco y que pasó por fin con Lisibel y la abuelita. !Jajaja!. , Greko.

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