Una mañana para Mari

Esta mañana tengo tiempo para regalar… y pienso que llegó la hora de poder ofrecerte un paseo por la avenida de los olvidos o quizás quieras tomarte un café caliente, humeante, lleno de aroma y sin más compañias que el humo de nuestros cigarrillos de alguna marca popular que quizá hasta podría ser Mencey… Si… Mencey que suena a paisaje sublunar o quizás a marítima nostalgia o, tal vez, sea nombre de baobab africano. Por qué no. Pienso. Y es que no pienso en otra cosa que fumarme el cigarrillo, mirarte a los ojos y, sin decirte nada, tirar la toba al cubo de la basura.

Y tú me dirás entonces que porqué rompo el romántico momento sacando a relucir tobas y cubos de basura. Escucha. No creas que no hay sentimientos enterrados. Los hay. Y es mejor citarlos para poderlos olvidar. Aquí, en los cubos de las basuras están concentrados muchos minutos de mi eterno soñar… Y entonces tú hasta puede ser que también tengas ganas de amar y te empieces a enamorar de algo más concreto que mis poemas. Escribe y verás cómo puedes superarte hasta a tí misma que es como decir que puedes enamorarte de algo tan exacto como “la voz de los astronautas está demasiado lejos para mi corazón y por eso he decidido escuchar a los gorriones” (por ejemplo). Un beso de amigo, Mari.

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