vivo

entre una expresión personal y una creación anónima, entre el parpadeo de un sueño, admiro y temo cada día, a quien amo y no conozco.

entre poesía inacabada y dolores de tensión, sufro y lamento una agonía punzante, y me aferro a ella, para sentirme vivo, para cambiarme por un cromo, por una idea. envejezco cada día pensando en como he de nacer. viviendo para un nacer no haber nacido, todo en ello recorrido. y entre el último suspiro y el primero, un parpadeo. un lamento.

sin querer avanzar a cada paso apresurado, sin verdad en mis labios sellados, con espinas en los ojos y un zumbido descarnado, salen de mi voz, aullidos que, encarados, miran a un mar sin horizonte, a un mar lejano. un mar con una orilla como confín. al final, rompiendo en llanto desmesurado, con llagas sobre el rostro rasurado, se dejan caer dos manos, que suplicando, se mecen por coger a un recién llegado. el rostro dactilar y esperanzado me mira invisible en mi regazo, el aire escapa entre mis manos. siento penetrar en dos puños cerrados, lo amo por lo que es, cerrado a cal y canto.

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