Yo sí sé quien fue Gurmi…

Muchos hacen ejercicios de sabiduría creyendo que conocen la verdad del mundo porque han tenido la oportunidad de aprender dos o tres nombres más o menos difíciles de pronunciar por ejemplo en inglés. Pero, en realidad, ¿a cuántas personas concretas conocen que no sean parte del ámbito de sus círculos elitistas? Yo sí sé quien fue Gurmi y también sé quien fue Asciak. Posiblemente los elitistas del conocimiento vayan por ahí diciendo que eso sólo sea una pérdida de tiempo y, sin embargo, desconocen las verdaderas cualidades de un ser humano que, en medio del más absoluto anonimato, supone mucha más verdad que todas las mentiras que ellos nos cuentan.

Escuchando a muchos intelectuales de lo “in” que quieren epatar todo aquello que desconocen sus figuras de figurones y figurinistas nada más, he aprendido a viajar de otra manera; he aprendido a saber y conocer cuestiones que, más o menos brillantes, son la esencia de esa observación que convierte a un ser humano en alguien capaz de describir pequeños temas que, al saltar a la palestra de las Letras, se convierten en sabiduría. Yo sí sé quien fue Gurmi y también sé quien fue Asciak. Posiblemente la casi todalidad de los hombres ilustres no sena tan ilustres como aprentan.

Quitarles las caretas y mostrarles cuales son es hacer un favor a la Humanidad. Esto de derribar a los falsos héroes (que convierten a las luchadoras en heroínas para el consumo) hasta convertirlos en miseria humana… no es un acto de venganza sino un hecho de justicia. Si alguien me dice que Gurmi y Asciak no tienen ninguna importancia es porque no se miran más allá de los propios ombligos de sus excelentísimas presencias. Y es que se creen excelentísimos cuando la verdad es que aburren a quienes les escuchan cuando celebran sus reuniones de etiquetas. Es necesario abordarles por ver si regalan algún pase que otro para alguna que otra fiesta. Lejos de esas apariencias, el verdadero conocedor de las verdades del mundo existe siempre fuera de los umbrales de sus lujosas mansiones. Sólo digo lo siguiente: “Yo si sé quien fue Gurmi y también sé quien fue Asciak”. Posiblemente eso sea mucho más importante que sus pases para acudir a los desfiles por las alfombras rojas. Busquen en el mapa la isla de Malta y hallarán la respuesta si relacionan a Gurmi y Asciak con los Juegos del Mediterráneo. ¡A jugar!

8 comentarios sobre “Yo sí sé quien fue Gurmi…”

  1. Solución: De cuando comenzábamos con el tenis era imposible dar dos buenos golpes seguidos porque siempre surgía alguna circunstancia extraña que lo hacía imposible. Así que lo mejor era jugar siempre sin pensar en nada. Hacer creer a los otros tres que sus ránkings partidistas eran ciertos y que yo perdía porque era el peor de los cuatro. Era mejor, mucho mejor y mucho más entretenido y divertido, saber que Gurmi y Asciak eran malteses y que Kenky y Abdecasis eran keniatas. ¡Y qué decir sobre lo de saber colocar a los diez mejores tenistas de Nueva Caledonia! (que resulta que no fue una casualidad sino una causalidad). Tampoco era “moco de pavo” conocer que Viviani, Berhini, Guglielgmi y, sobre todo, Patrick Landau (artista además este último) eran monegascos. Porque, por lo demás, el tiempo diría, más tarde pero a su debido tiempo, quien era el mejor tenista de los cuatro. De cuando comenzábamos con el tenis era mucho mejor dejarse ganar… por eso de elevar el ego de los otros tres y que no se viniesen abajo sus autoestimas de la personalidad y otras zarandajas por el estilo. Mejor era pasar desapercibido, como de puntillas, como si todo aquello de las pistas de arena de la Casa de Campo de Madrid sólo eran cuentos de hadas (con la hada madrina por supuesto para hacerlo más interesante) que el tiempo, ¡otra vez el tiempo!, haría recordar… Quizás era mucho mejor saber, de cuando comenzábamos con el tenis, que no importaba toda aquella mentira -porque los cuatro éramos pésimos tenistas por cierto y sin poder saber quién era el peor aunque sus ránkings particulares dijesen lo que quisieron ellos que dijeran- sino qué es lo que vino inmediatamente después. Al fin y al cabo siempre me ha parecido más apasionante lo de las chavalillas guapas que lo del tenis aunque supiese que Cabezón estaba bien situado en el ránking de España. Y no me refiero a un cabezón cualquiera sino a un Cabezón que podría darles lecciones gratuitas a los otros tres para que aprendieran la diferencia que existe entre un golpe y un golpe apoyado en cualquier parte de la anatomía del cuerpo humano; porque cierto era que los cuerpos humanos femeninos de buen ver me interesaban mucho más que toda aquella mentira de cuando comenzábamos con el tenis. Ahora que tengo tres medallas, y las tres de colores diferentes, me entra la risa al recordar de cuando comenzábamos con el tenis. Sólo era cuestión de darle tiempo al tiempo e hilo a la cometa de los sueños para saber quién era el mejor tenista de los cuatro. Total, con una simple observación era fácil deducirlo. Cada uno tiraba para su molino y a mí me entraba la risa y tiraba hacia la cima donde estaban esperando ellas. Lo de las tres medallas, cierto y real, no importaba tanto cómo las conseguí sino para qué las conseguí. ¡Verde que te quiero verde, verde rama, verde limón! (muy de Federico García Lorca una vez superado lo de Federico Martín Bahamontes y mucho más superado lo del gallo Quirico que iba a la boda de su primo Federico). No. No tengo ninguna medalla verde (a no ser que años más tarde me la ganase por ser uno de los socios fundadores de la revista El Ecologista que rima con El Tenista). Yo entonces, de cuando comenzábamos con el tenis, no me preocupaba sino de tener la Esperanza. ¿Esperanza Roy? ¿Quién está diciendo Esperanza Roy? Ni Roy ni Rey (aunque estaba muy bien tambien Bárbara Rey) sino de otra Esperanza… ¿o quizás me refiero a Cristal… o sea, toda una serie completa?… Me entra la risa cuando cierro ya mi Diario, por ahora, recordando de cuando comenzábamos con el tenis para deducir que esto no es esto sino lo otro o, para ser más claro, explícito y verdadero, que ésta no es ésta sino la otra. Me sigue entrando la risa cuando cierro, por ahora, mi Diario.

  2. Más pistas para hallar la respuesta: – Split, 14. (Efe.)— El sorteo,de individuales masculinos del torneo de tenis,de los octavos Juegos del Mediterráneo ha deparado suerte dispar a los españoles, ya que Alberto Martorell tendrá que medirse con el italiano Parrini. Por su parte, Juan Avendaño se califica de oficio en esta primera ronda y su primer rival saldrá del partido que disputarán, el domingo, Marquiki, de Túnez y el marroquí Dlimi. Otro español, Vázquez, tendrá por adversario al turco Gurler. En tanto que el último representante de España, Fernando Luna, se enfrentará al maltés Delicata.
    Por parte femenina, Isabel Mouré tendrá que vérselas con Degiorgio, de Malta, Mónica Alvarez con otra maltesa, Asciak. Beatriz Pellón se las verá con la yugoslavá Degen, y Ana Almansa con la italiana Porzio. Estos sorteos podrían sufrir variaciones de última hora si Siria no se presenta a los Juegos. Ya tenemos, por lo tanto, a la maltesa Asciak junto a su compañera Degiorgio y su compañero Delicata. Había dos malteses que formaban pareja y eran Gurmi y Asciak.

  3. Último dato verificador: Consultar en la Hemeroteca Nacional de Madrid el Diario MARCA durante el mes de agosto de 1975 y comprobaréis que es verdad. ¿Tiene importancia saber esto? Tanta como puede ser saber que el área de una circunferencia es dos pi erre al cuadrado (por lo menos para los fanáticos del Tenis).

  4. ¿Qué es lo que sabemos? Según un texto mío publicado en Vorem en el año 2005 “Sólo sé que no sé nada” es totalmente falso e hipocresía. “Sólo sé que lo sé todo” es aún más falso y vanidad. “Sólo sé que sé bastante” es algo inconcluso e irreal. Y “sólo sé que sé un poco” es incierto y no verídico. Entonces ¿qué es lo que sabemos?. Algunos han intentado, e intentan porfiadamente aún, medir lo que sabe un ser humano. Eso es tan imposible como contar todos los granos de arena que hay en la Tierra o todas las gotas de agua que contiene el Mar. Medirnos a través de los saberes no llega a ninguna parte definitoria. Saber es abstracto. Sabemos, por ejemplo, que hay muchos millones de personas pero sólo conocemos a algunas, o que existen miles de familias distintas de insectos pero, salvo que seas un verdadero experto en el tema, conocemos muy pocas de ellas. Lo mismo ocurre con todas las cosas que existen y más todavía cuando queremos saber de ideas, sentimientos o asuntos que no se componen de materia. Sin embargo, conocer es concreto. Lo que conocemos tiene finitud y es medible aún cuando no sea nunca totalmente exacto… por eso cuándo somos conscientes de esa inexactitud ya estamos capacitándonos para poder aproximarnos a una medición personal. Y entonces descubrimos que ya somos capaces de internarnos en lo desconocido para seguir desarrollándonos si esa es nuestra libre voluntad. Nadie es capaz de llenar de agua un cubo que no tenga base porque el agua caerá al vacío, pero todos somos capaces de sentir nuestro conocimiento a través de ese sencillo ejercicio que es ponerse a pensar. Pensar. He ahí la verdadera medida de nuestros saberes. Y mientras pensamos qué es lo que conocemos y qué es lo que nos falta por conocer, vivamos siempre nuestras existencias sabiendo que siempre hay un sabio dentro de nuestro corazón. Sólo es imprescindible sentir sus latidos y dejarlos expansionarse por toda nuestra anatomía física y nuestra esencia psíquica para que nos llene de conciencia.

  5. Coleccionar nombres de tenistas es una terapia ocupacional tan importante o incluso más importante (por ser más original) que coleccionar sellos o estampillas. Coleccionar nombres de tenistas incluyyendo a Gurmi y Asciak es mucho más ingenioso que coleccionmar sellos o estampillas de Malta digamos por ejemplo.

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