Poco después de cruzar la tercera calle de la Avenida Principal miró su reloj… eran las 12 de la noche. Aceleró el ritmo de sus pasos, se encontraba intranquilo. La niebla se hacía cada vez más densa, tanto que no podía ver a más de un palmo de distancia, pero siguió corriendo.
De repente se hizo el silencio, Paul se paró en seco, notaba como alguien le seguía los pasos, nervioso, se ocultó entre unos cubos de basura cercanos a una travesía que cortaba la Avenida, el olor era insoportable…
Eros, extendido como una inmensa neblina, añora el verdadero sentido de su creación. ¡Cuánto dolor en los corazones solitarios! Sus lágrimas evocan la decadencia del estado amoroso, en favor de otras formas de hacer de la vida una obra restaurada. Eros, morando entre las letras, en los juegos, entre los pensamientos parece adormecer ante el progreso cibernético. Nunca volveremos a amar como aprendimos. Si no nos hubieran hablado del Amor, eros supondría una inocente ausencia, un no saber qué hacer con la melancolía amorosa. Quizá, en pequeñas parcelas, en ocasiones vedadas, Eros renazca. Comienza el Carnaval y su agónica tristeza se descompone entre disfraces comprados y estupideces de todos los dias. La razón de Eros es su lucha contra la mezquindad de quienes llaman al amor “deseo y carne”. El Carnaval se escapa entre las bambalinas de vuelos en avión y grandes avenidas emplumadas de algarabía de mirones ¡El Carnaval se nos escapa, nos
al igual que el Eros, sutil y misterioso de los juegos de miradas en un atobús, o en el metro, en la escalera…El Carnaval subyace bajo la atenta presencia a real de una contrarreforma. ¡Salvemos la Sardina, el desenfreno de sus carnes duras y sus espinas delicadas! Sigue Leyendo...
Alguien dejó escrito que “si el lenguaje es la casa del ser, el viento se ha llevado el tejado y las palabras parecen niñas perdidas bajo la lluvia”. A mí se me ocurre pensar en la soledad del escritor y su búsqueda de participación. Y en ese sentido yo asemejo al escribir como la esforzada tarea de buscar saltamontes porque son saltamontes los conceptos, escribir es buscar cigarras porque son cigarras las ideas; escribir es buscar el devenir de todo lo transeúnte que tienen las frases que nos sirven de cobijo para algunos puntos expansivos de nuestro continuo pensamiento… porque en realidad no existimos salvo en las palabras de nuestras bocas (agitadas por el viento como marionetas sin hilo) y en esas palabras que se escriben como caprichos de nuestra ansiedad, confirmadoras de siluetas de alguna trascendental belleza asustada. Es el miedo de quedarnos solos. Sigue Leyendo...
Aqui sigo tan solo como siempre
solo como sólo yo se estar
con la unica compañía de mi soledad
y la gran amistad de la misma soledad.
Quiero culpar a alguien de mi soledad
pero no encuentro a quien culpar
pues culpable no eres tú de mi soledad
y culpable alguien más no creo que sea.
La historia del Athletic Club de Bilbao ayer se vistió de luto. Ayer murió, a los 85 años de edad, una de las leyendas más épicas y trascendentales del fútbol vasco, del fútbol español y del fútbol mundial. Ayer murió, en la ciudad de Bilbao, Telmo Zarraonaindía Montoya, conocido en el planeta del fútbol como “Zarra”, el que metía los goles… el de los fantásticos goles marcados de cabeza… el del mítico gol a Inglaterra (que no fue con la cabeza como muchos creyeron por un tiempo sino con el pie) en el Campeonato Mundial de 1950 (nada más y nada menos que en el Maracaná de Río de Janeiro). “Zarra” es, todavía el máximo goleador de la Liga Española de todos los tiempos (con 253 goles en 279 partidos) y de Copa (con 81 goles en 74 partidos). Un goleador como no lo ha habido nunca… y por eso en los 20 partidos que jugó con la Selección Nacional de España marcó 20 goles (a 1 por partido) que es récord inaudito pero real. Sigue Leyendo...
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