Paul se arrniconó cuanto más pudo tras uno de los cubos de basura. El silencio esra espesamente fantasmal. Sus músculos estaban tensos. Oyó un ruido. Algo se movía entre sus pies. Era una rata gris que levantó el hocisco, olisqueó el aire y salío como disparada por un resorte. Volvió el silencio al callejón. Paul tensó todos sus sentidos. De pronto volvió a escuchar los ligeros pasos. Alguien estaba allí…
Volvió a recordar el cuerpo del taxista asesinado, aquel que había resultado no ser el padre de Bianca. La recordó momentáneamente mientras aún rememoraba en su interior esa oculta verdad que no había contado todavía a nadie. Nuevamente los pasos. El silencio era sobrecogedor. Se agachó aún más. Todo lo que pudo hacer con su alta fisonomía corporal. La luz brillaba al otro extremo de la calle. Sacó el cuchillo y contuvo la respiración… Sigue Leyendo...
Presencia que haces de ausencia existencial,
las noches las pasas en vela vigilando la soledad.
Te acomodas en la silla de paciencia
arropada con la manta del tiempo en esperar.
Cuentas las estrellas que hay en el cielo que desde la ventana se ven brillar
con ellas dibujas un lazo eterno para llevarte a donde quieres llegar.
Caminas sujeta a ese lazo, ligera de nostalgias que te impida avanzar
y a su paso vas cargándote de ganas y ansias de cruzar el final.
Después de un silencio largo y eterno, se detuvo. Sabía que la única respuesta estaba en decidir lo que desde el principio no había dicho, lo que ocultaba como su verdad, como el secreto de la existencia. Su mente se proyectó hacia el futuro. Una niebla densa le rodeó. El fétido olor de la basura se diluía. Una luz brillante descendía mientras su cuerpo comenzaba a difuminarse entre la niebla. Paul….se había disuelto con entre aquella sopa original. Su única misión, ésa que era indispensable para que nada se extinguiera debería suceder, pero no sabía cuándo. Sigue Leyendo...
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