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Archivo por días: 22 enero, 2008
El pan de cada día
Decidido salgo hacia el metro; miro alrededor para convencerme de que es imposible encontrar tranquilidad con las miles de luces en los auncios que se clavan en mi memoria cuando trato de evitarlas.
Las sombras entre las calles ocultan alguna triste esperanza; mientras, la corriente de animales nos dirigimos, con cabeza gacha, hacia los intestinos de Madrid.
La música suena fuerte en mis oidos y un cigarro finalmente se consume hacia mi interior.
Sigo caminando.
Máquina del tiempo (ojalá se pudiera utilizar)
A punto de finalizar el primer cuarto de este siglo XXI de nuestros pecados, en el que hemos visto cómo se desarrollaban tecnologías que unos años antes apenas sí podíamos creer que existieran, hemos visto cómo se han hecho posibles los viajes en el Tiempo, tanto al pasado como al futuro.
En mi juventud sentí siempre curiosidad por conocer cuál sería el desenvolvimiento de la humanidad en los tiempos venideros, y por tanto hubiera dado lo que me pidieran por visitarlos. Sin embargo, pasados los años y visto lo que estos nos han aportado, me he desilusionado totalmente, he perdido la curiosidad y he decidido, por el contrario, viajar al pasado.
Mi suegro el chaquetón
El reloj de pared
Mi madre me regaló un reloj de pared. Es un reloj clásico, bastante bonito, de esos que tienen su péndulo de lenteja y sus pesas, y al parecer también bastante bueno.
A mí me gustó mucho el reloj desde el primer momento, pero quien estaba verdaderamente entusiasmada con él era mi madre. En sus últimos años lo controlaba mucho y digamos que no estaba satisfecha si su funcionamiento no era totalmente preciso.
Mi madre murió, casi de repente, pues cogió un resfriado que se convirtió en neumonía y una semana después la enterrábamos. Era muy joven todavía.