Háblame…

Háblame de los jardines.
Háblame de la luna.
Háblame de la rosa.
Háblame del mar.
Háblame de lo que vibra
en la médula de tus luces
y con la sombra de tus miradas
háblame del caminar,

Que este día yo estallo
de silencios en el polvo
y necesito recordar la historia
de aquel patio tan cercano
donde tú buscas sonrisas
que llegan al centro de mi imagen.

Entre las plantas

… Y entre las plantas
de hierbabuena y sándalo
pasearemos, y la luz del día
hará que huya el recuerdo
de tiempos alegres y tristes:
el presente es lo importante.

… Y entre tomillo y romero
iremos hacia la cerca,
y nos subiremos a ella,
y pisaremos sus pizarras,
para encontrar la esperanza.

Ellos nos mirarán desde la casa
pero no podrán acercarse
ni hablarnos. No están aquí.
Sólo pueden velar por nosotros
desde lejos. Desde muy lejos.

A la mujer que lee… (para tí lectora)

Tu alegría es como risa de agua que mana del centro húmedo de tus ojos con brillo de miel. Se encuentran en tu risa el tiempo que mira y el tiempo que escucha. Ambos, los dos tiempos del día a día, deseo yo que hagan una casa blanda a tu medida, donde coloques un violín entre las hojas de un libro, una sonrisa eterna y un amor de juego limpio. Que esta mañana te llegue con su dimensión celeste, con su festín de sentimientos bañándose interminable en las aguas frescas de tus ojos y que te acompañe una música de sílabas desordenadas… como juegos de niños tiernos, ingenuos, salvajes. Y que la cálida caricia del sol haga fiesta en tu rostro mientras te mira. A través de cada palabra hoy construyo una ola de amor en tus párpados abiertos al infinito. Que tengas un feliz día en tu alma grande, en tus labios de esperanza nueva y en el trazo divino de tu cuerpo sobre la tierra. Y como dijo Juan Ramón Jiménez: “El amor más completo, amor, tú eres”. Sigue Leyendo...