La muerte del miedo es impostergable,
es la muerte del hambre y no por ella,
también la del sabor desagradable
de perecer como pez en la botella.
La muerte del miedo nos tiende un cable,
conecta tu guarida con mi estrella,
el sueño del que quieres que te hable
cuando nos escolta hasta él la doncella
Si todo es luz no hay penumbra;
si todo es penumbra no hay luz,
¿pero qué es la luz sin penumbra?
Nada, como la penumbra sin luz.
Otro día más que esperas y esperas
dulce regocijo que no llegará,
sé que el delirio no tiene fronteras,
también que tu cordura no matará;
ay, sí, mi jazmín, lo digo de veras,
por más que la llores ya no volverá
a cubrir tus hojas; la cruel helada
no teme a la gran mujer recordada.
Mi pretérito imperfecto se debió al imperativo de otros, hasta que mi propio imperativo entró en la conjugación y acabó con tantos sinsabores.
El presente de indicativo no siempre puedo conjugarlo en primera persona del singular; depende del condicional de los demás. A veces logro imaginar el presente de subjuntivo también en primera persona, tanto del singular como del plural, pero no siempre atino.
En el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (Bogotá, julio de 1981), se fijó el 25 de noviembre como Día Internacio nal por la No Violencia contra las Mujeres recordando el macabro asesinato de las tres hermanas Mirabal, tres activistas asesinadas en 1960 por orden del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.
En 1993 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con lo que quedó definido como tdo acto violento basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o mpsicológico, incluidas las amenazas y la coerción de la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vía pública o en la vía privada. En 1999 la ONU oficializó esta fecha. Sigue Leyendo...
Quiero confundir mi sonrisa,
sentir tu risa.
Quiero mirarme en tus pupilas,
sentir tus ojos.
Quiero tocar las caricias de tus manos,
vivirlas mías.
Quiero fundir mis manos en las tuyas,
hacerlas una.
Quiero besar la epidermis de tu piel,
adentrarme hasta tu dermis.
La tenue luz se filtra en la celda,
se desvanece en la fría oscuridad,
que inunda el inmundo calabozo,
los sonidos del agua que gotea,
entran en el oido interno del reo,
que se encuentra sólo tumbado,
en el desangelado y mugriento,
camastro donde no descansa.
No hay sitio que prefiera la tristeza
A mi pecho oscuro y vacío
Ni manera de que se evapore la oscuridad
De mis marchitos pensamientos.
Y sigo sola, y vivo sola
Aterrada al no encontrar la salida
A este laberinto de dolor.
Las ponzoñosas aguas llegan a mis labios
No sobreviviré a la inundación
De las lágrimas en mis ojos
Al ver que se escapa la vida de mi corazón
Eternamente raído, helado, aterido.
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