A veces hablamos de que hay que vivir siempre hacia adelante, superando lo negativo que haya habido en nuestro pasado. Que hay que vivir el presente y nada más que el presente. Sí, Es buena idea y la comparto; pero en este viaje que estoy llevando a cabo por varios países americanos he podido tener tiempo de reflexionar sobre el asutno debido a los problemas que algunas personas me han contado confidencialmente. Y he llegado a la conclusión de que, en algunas ocasiones (sólo en algunas ocasiones muy puntuales) es bueno ir al pasado y vivirlo como presente. Me explico. Hay, por los menos, dos buenas razones para ir al pasado.
Archivo por días: 31 marzo, 2009
Daniel y el mar (dedicado a mi hijo pequeño)
Daniel tuvo un buen recibimiento al llegar a la playa, el viento tampoco quiso perderse su llegada aunque le provocaba miedo más que otra cosa. Corría asustado cada vez que soplaba y miraba asombrado como los árboles bailaban a su son.
El frío mar se arrastró para saludarlo y Daniel agradeció que el viento se retirara a sus aposentos con una extraña pirueta. Mientras tanto posó los pies en sus frías aguas y el calor de la mano de su hermano lo llevó junto a el, dejándose acariciar tímidamente mientras el viejo mar jugaba entre sus pies y le buscaba las cosquillas. El viejo mar se alegró de verlo, el sol brilló en sus aguas y Daniel pudo descubrirlo en todo su esplendor.
El jazmín de mi madre
El jazmín en la noches cuenta lunas,.
Le indican el pasaje de los años.
En rocíos afilados recuerda:
la vida no es la misma sin su vida.
La muerte de la mano con su muerte
le avisa que poco le queda a su sol,
sol que alumbró caricias que recuerda.
No tiene que contar ya más que lunas;
espera indiferente ya su muerte.
Será en cuestión de días o de años.
Se encontró en el ocaso de su vida
añorando angustias cque hoy él recuerda.
El mundo es una bola
El tatuaje
El anciano permanece ausente y con los ojos cerrados. Los latidos desacompasados de su corazón cansado dan la impresión de querer rendirse ante el futuro. Los distintos monitores a los que esta conectado transmiten la situación en directo: la saturación de oxígeno, presión arterial y frecuencia cardiaca, son los indicadores de su estado actual.
Ella entró en la habitación de forma sigilosa, le colocó bien la almohada y sus delicadas manos acariciaron sus cabellos. Se sentó a sus pies y recordó la primera vez que lo vio, no quería que sufriera como entonces, merecía irse en paz.