Sentado en una terraza, admirando un cálido sol de invierno en una mañana fría me he preguntado ¿quién fuiste? Pude responder perfectamente; minutos después me pregunté ¿quién soy? No pude responderme de forma completa, por eso tengo a quien tengo al lado, para que me recuerden quién soy, porque sin ellos faltaría una pizca de mi ser.
Escribiendo me pregunto ¿quién seré? Y es de respuesta fácil: que me lo describan, no soy de enciclopedia, vivo y viven.
De los 965.704.718 habitantes que poblaban el costeño Paraíso número 2 donde Dios había situado la Urbanización de los Materialistas; había uno de ellos, llamado por todos Don Julián “El Robaperras”, que iba de bar en bar para poder olvidar a su hermana… aquella mujer que un día le había dicho la verdad.
Nunca perdonó Don Julián “El Robaperras” a su hermana Rosa que ésta fuese una mujer que le dijese la verdad sin tener que esconderse de él para nada… y es por eso por lo que una tarde, delante de todos los habitantes del Paraíso número 2, en medio de un calor sofocante, cuando el sol hace que las neuronas se alteren y los alcohólicos dejen salir afuera todos sus demonios, Don Julián “El Robaperras” agredió tan alevosamente a su hermana Rosa que quedó señalado por todos como un demente violento; uno de esos personajes con los que es mejor no pararse a tomar un chato de vino porque el vino que se toma con ciertas personas es mása bien agrio y amargo. Sigue Leyendo...
Yo soy el olor que te enloquece
Y mi cuerpo es jaula
Que arrulla tus suspiros
Y esos ojos tuyos, sonrisas invertidas
En esta mirada se pierden sin remedio
Yo tengo licencia
Para morder tus cejas
Tu nariz, tu boca
Me bebo en un solo trago tu sonrisa
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