Me encontré la caracola en la playa,
no sabía que estuviera llena de voces
de perdidos marineros en olas esquivas.
Hubo una vez amantes del mar
agerridos descendientes de una estirpe
venerada por el desaparecido astrolabio.
Titilaban las estrellas inocentes
sin sentirse siquiera observadas
en un mundo de depredadores singular.
A diario me pregunto cuánta gente estará en una situación parecida a la mía.
Lo pienso y me siento egoísta al desear no ser la única.
¿Cuánta gente estará sola en esta ciudad?
¿A cuántas personas se les revolverán las tripas a la hora de la cena de pensar que otra vez cocinan solo para uno? ¿Cuántos decidirán abstenerse y acostarse con el estómago vacío de sopa y lleno de pena?
¿Cuántos de ésos que pasean a sus perros por mi barrio todas las noches no tendrán a quien contarle cuando lleguen a casa si hacía demasiado frío para lo poco que se habían abrigado?
¿Dormirán toda la noche del tirón? ¿Habrán perdido ya la costumbre de dejar un lado de la cama siempre disponible?
¿Hay más gente que saca la bolsa de basura a medias a pesar de llevar cinco días puesta en el cubo?
¿Cuántas de las personas que me cruzan la mirada cuando vuelvo de trabajar desearían no dormir solos esa noche? Sigue Leyendo...
Hacía muchos años, habían transitado sus caminos junto a una preciada joya.
No la habían encontrado, no se las habían regalado, nadie la había perdido y nadie la había reclamado. Simplemente la tuvieron a su lado.
Hasta que un día ya no la tuvieron más.
Aquella joya tenía una esmeralda muy particular, si es que puede ser particular una esmeralda, ya de por sí particularísima piedra preciosa.
La esmeralda es una variedad del berilo mezclado con cromo y vanadio. Esta mezcla le da su característico color verde y su fina dureza.
Sucumbren las hojas bajo el peso de su silencio.
La ingratitud del tiempo seduce su unidad con el árbol
y desplegando su soledad, forman parte del silencio.
En ese acto, la mirada capta el gesto constante,
la sumisión arbórea y la ausencia de orgullo.
Cada hoja es un todo que renace en su agonía,
un declinar de mil soles o el purpurado nimbo sobre el cielo.
Descubrir la falta de egoísmo de cada árbol.
Y una mañana azul me hizo saber que volví a sentir… así de sencillo… así de profundo… así de real… lo mismo que de nuevo siento.
Un jardín contigo al lado. Una playa contigo al lado. Un trabajo forzado de administrativo singular contigo al lado. Un autocar hacia Madrid contigo al lado. Una pista de tenis contigo al lado. Un mundo entero siempre contigo al lado y con una canción para los dos, Princesa de mi Sentimiento…
Eres la esposa que Dios, a pesar de esos berracos que se van de la boca con palabras soeces sobre él… y que el alba mañana les pille confesados porque ni son hombres ni nada parecido… la fiel, joven y bellísima mujer de Siempre… Sigue Leyendo...
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