Me viene a la recóndita memoria
un avión volando hacia las nubes.
Entonces subes
como si de niño subido en noria
y estuviese soñando
el minuto estrella de la gloria.
Es la luz eterna de ese mundo
en donde todo es un profundo
destello como un obús.
En algún lugar los lobos se asustaron
El hombre se puso alerta
se paró y ojeó el camino
-¿Te preocupan los lobos? –le preguntó su amigo
-No, me preocupa mucho más lo que asustó a los lobos. Creo que son hombres.
Mario Pires
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Fue un pequeño resbalón.
Un señor ya muy mayor estaba allí sentado. Mirando aquella piel arrugada -parecía un mapa de carreteras-, aquella mirada perdida en los carriles que parecía ya no esperar nada, se preguntó qué se debía sentir cuando se estaba ya tan cerca de la muerte. En ese momento, una ligera brisa le erizó los pelos del brazo, y vió como el tren se acercaba.
Agarrando su mochila, comenzó a andar hacia la orilla del andén.
Aún recuerdo a ritmo de reggae lo que es bailarte y que nos sonriamos, lo extraño.
Y a ti.
Sonrisa.
Te extraño.
Volver a beber agua de la fuente de las palabras.
A sentir el aire fresco de su melodía.
A vibrar mientras te adentras en historias inventadas.
Volver al camino desandado
contemplando el bosque encantado que un día fue mi Paraiso.
Volver con la alforja llena de ilusiones, sentires y emociones.
Vorem, tu eres el papel y yo la pluma.
Entonces comencé a despertar de aquel mal sueño, aquella pesadilla de persecuciones por los pasillos, las aulas, los paseos de la universidad; aquellos malos sueños de los hijos de la ira, como había escrito el gran madrileño Dámaso Alonso, y empecé a darme cuenta de que tú, Malloní de las “puñaladas traperas”, lo que estabas intentando hacerme comprender es que tenías enfermo el corazón de tanto estar metida en aquel mal rollo de los fascistas y los anarquistas, todos a la vez, que te estaban atormentando la conciencia. Habían tumbado a José Manuel. Habían tumbando a Fernando. Habían tumbado a Roberto. Habían tumbado a Pelayo. Habían tumbado a José María. Sigue Leyendo...
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