Hubo un tiempo, lejano y hermoso, en el que los árboles hablaban un lenguaje común. El viento era el camino por donde viajaban los pensamientos y las palabras. Los árboles, al reirse, movían sus copas produciendo un inmenso cosquilleo en las nubes lloronas. Los montes recogían estos ecos y todo el bosque sonaba a Naturaleza hablada, lenguaje primordial, verde o multicolor. Los más viejos hablaban de los tiempos en los que la palabra les fue dada. Los retoños crecían entre las hojas secas del otoño y las nuevas de la primavera. Sauces llorones, que no dejaban de derramar sus palabras pesimistas. El pino de montaña, siempre enfadado contra brisa constante y el manzano, durmiendo casi todo el día para que sus frutos fueran redondos.
Las acacias secas del África, sonaban a instrumentos de madera, ritmos continuados, sonoridades calientes y vibrantes. Aquellos decires dieron a la Tierra el don de la Palabra, el Sonido de las Esferas, el sentir la vida palpitando en azul.
Un comentario sobre “El lenguaje de los árboles”
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!Eso es grekosay!. Excelente canto al más profundo y hondo de los lenguajes… ese que nos llega al atardecer, cuando descansamos de la tarea, y nos hace reflexionar sobre cuán grande es el diccionario de la Naturaleza.