Atrás deje la hija que no llegue a conocer.
Sin atreverme mirar hacia atrás emprendí el camino andando hasta la estación de ferrocarril, no estaba distante y tarde en llegar una hora, saque un pasaje al azar en el primer tren que llego ya que el camino a seguir era lo que menos me importaba, pero no me alejaría mucho de aquel lugar, ya que sentía una fuerza invisible que tiraba de mí hacía atrás, de todas formas sabia, que en aquella comarca iba a encontrar un puesto de trabajo para las labores del campo que era lo único que sabia hacer, así que a una distancia de cincuenta kilómetros del lugar que partí, me apee en los campos de la ciudad de Lorca (Murcia). Sigue Leyendo...
Fui utilizado como conejillo de indias.
Desorientado ante su proposición me dejé llevar y mi sorpresa no tuvo límite cuando vi aquella mesa preparada con la finura y el buen gusto que tanto le caracterizaba. Esta vez no me pude contener y ante el cuadro que se me presentaba exclamé:
– ¡Se puede saber a qué se debe tanto honor señora!
– Desde que te vi por primera vez me enamoré de ti José, y esperé esta oportunidad para hacerte sentir en tu piel la pasión que siento por ti.
Mi trabajo en casa de Rosa.
Me encontraba desorientado en una tierra extraña y ni yo mismo sabía qué rumbo seguir. Pensé para mí que abundando tanta fruta en aquel lugar, algo iba a conseguir durante mi penoso caminar. Un poco indeciso emprendí mi nueva aventura sin pensar, dejando que me guiaran los pies y llegando así a una de las casas de campo. Después de varios intentos fallidos en mi búsqueda de trabajo en aquellas fincas rurales, me informaron de que sólo a una media hora de camino, un señor llamado Diego buscaba un joven de mi edad para la recolección de la fruta, y que posiblemente me daría trabajo. Di las gracias a aquella gente y proseguí mi marcha en la dirección que me habían indicado, con la esperanza puesta en que esta vez me acompañaría la suerte. Sigue Leyendo...
Mi ingreso en el orfanato.
Cogí mis pertenencias y el dinero que me dieron mis abuelos y abandoné aquella familia en busca de un futuro incierto. Mi verdadera profesión se estaba forjando a base de huir una y otra vez de un lugar a otro. En esta ocasión buscaría una pensión que pudiese pagar: la última familia con la que estuve nunca se enteró de los ahorros que tenía escondidos.
Después pensaría qué hacer a mi corta edad, sabiendo de antemano las dificultades que iba a suponer encontrar un trabajo siendo todavía menor de edad: debería ― en realidad ― que estar en una escuela, y además si las personas adultas no lo encontraban, ¿cómo lo iba a conseguir yo? Sigue Leyendo...
Mi desventura en casa de Isabel.
Para alivio de estos señores llegó el revisor, y dio un aviso a los jóvenes que guardaran compostura, de lo contrario no tendría miramiento y los invitaría a bajar en la próxima estación. Sus palabras pronto surtieron efecto y dejaron de cantar. Yo permanecí en silencio, pero estaba un poco nervioso, ya que aquel matrimonio no dejaba de mirarme, como sí intuyeran mi problema. No tuve que esperar mucho rato, cuando la señora se dirigió a mí y me dijo:
– ¿Te encuentras mal joven?
Capítulo 4 – Chantajeando a mis abuelos.
No lo pensé más. Aproveché la ausencia de mi padre – que estaba trabajando en el campo – y salí directamente hacia la estación de tren como alma que lleva el diablo.
Sólo llevé la poca ropa que tenía, algo de dinero que sustraje a mi progenitor para poder pagar mi pasaje y algunos alimentos para consumir en el viaje.
Subí al primer tren que pasó sin importarme el destino del mismo; lo único que pensaba en aquel momento era poner la mayor distancia posible entre los dos. Tenía demasiado miedo y la certeza de que si me encontraba me mataría. Sigue Leyendo...
Capítulo 3 –.En busca de un futuro mejor.
Nos despedimos del trabajo y nos subimos al tren, muy ligeros de equipaje: tan sólo la ropa que vestíamos, ya que no había mucho más que llevar.
Después de todo un día de viaje y en uno de aquellos trenes antiguos de vapor, arribamos cansados y sucios de carbón a la comarca en la que nos habían ofrecido el trabajo, un pequeño pueblo situado en la provincia de Granada; este pueblo distaba de nuestra tierra de origen unos doscientos kilómetros.
Una vida en la encrucijada se compone de 14 capítulos y se desarrolla durante la posguerra civil española. Es la historia de vida de un niño, que con solo doce años se ve en la necesidad de huir del hogar familiar por los malos tratos sufridos por parte de su padre.
Toda su vida fue errante y sin calor familiar. Cincuenta años después desahuciado por la medicina, se enamora de su enfermera y relata su historia en sus días cercanos al final.
Capítulo 2 –. La muerte de mi madre.
Una vida en la encrucijada se compone de 14 capítulos y se desarrolla durante la posguerra civil española. Es la historia de vida de un niño, que con solo doce años se ve en la necesidad de huir del hogar familiar por los malos tratos sufridos por parte de su padre.
Toda su vida fue errante y sin calor familiar. Cincuenta años después desahuciado por la medicina, se enamora de su enfermera y relata su historia en sus días cercanos al final.
Capítulo I – Nunca es tarde para amar.
Apenas hacía un año desde el fatídico día que él médico me dio la noticia; las piernas se me doblaron y me quedé sin palabras: Sigue Leyendo...
Cuenta la leyenda, que hace mucho tiempo, cuando los dragones eran los guardianes de los castillos, en un pueblecito cercano existió una niña llamada Xenia. Esta pobre niña se encontraba sola en el mundo, sin padres y sin nadie que la quisiera. Ante el abandono de la chiquilla, se reunieron las autoridades de aquel pueblo, y acordaron darla en adopción a un matrimonio muy adinerado, pero con tan mala suerte que aún empeoró más su situación. Aparte de no darle amor, la obligaban a trabajar día y noche sin apenas descanso. La pequeña no tenía tiempo ni para hacer amigos y nunca pudo jugar como los demás niños.
En esta triste situación fue pasando el tiempo, y la niña creció y creció hasta convertirse en una preciosa joven y bella, pero en su cara se podía ver su tristeza y falta de libertad. Sus únicas salidas eran ocasionales, cuando su madre la mandaba a comprar o hacer algún recado. Lo que ésta no sabía, es que la chica esperaba con desesperación la única oportunidad que tenía de salir, para verse con un joven galán que en una de sus salidas conoció, y del que se enamoró entregándole su corazón. Sigue Leyendo...
Aquella triste mañana mi madre no despertó, la perdimos para siempre y se nos rompió el corazón.
Tras recibir la noticia no tardamos en llegar, rotos por el dolor y derrotados por la indefensión.
Las palabras del doctor derramaron nuestras lagrimas se moría nuestra madre y no se podía hacer nada.
Ante la trágica noticia que perdíamos a nuestra madre nos envolvió la oscuridad y nuestra impotencia fue grande.
Junto con mis hermanas,
atrás dejamos la cárcel,
pero el mundo que esperaba,
era también degradante.
Pronto pude darme cuenta
mi madre tenía razón,
la casa en que viviríamos,
era de puro latón.
Tenía mucha sed de madre,
mi tristeza no cedía,
deseaba con toda el alma,
que acabara mi agonía.
Lo que yo no percibía,
es que ya estaba muy cerca,
el día que la vería.
Un día el señor Ramón
me llamó con insistencia,
“Sígueme y no tengas miedo
que te espera una sorpresa”.
Y con frío, o con calor,
éste seria el vestuario,
que tendría que llevar,
durante tan largos años.
Carecíamos de los medios
suficientes para asearnos,
ni siquiera disponíamos
de jabón para ducharnos.
En caótica situación
no sabíamos qué hacer,
sin medios de subsistencia
era imposible volver.
No podíamos aguantar
aquellos días de infierno,
sin tener para vestir
y menos para alimentos.
Quise arrancarme del alma
los años de mi sufrir y a
pesar de mis deseos no lo
pude conseguir.
Aunque no estaría yo solo
en el devenir amargo,
lo vivió mi pobre madre
además de mis hermanos.
En la comarca de los Vélez
y en plena guerra civil,
mi padre arañó la tierra
para poder mal vivir.
Con tu sonrisa te fuiste,
Con un ¿hasta luego papa?
Y sabia que esa sonrisa…
Ya no la vería jamás.
Desde que tu nos dejaste,
Para mi ya nada es igual.
Siento un vacío muy grande,
Porque se que no volverás.
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