En esta historia no hay elfos ni hadas ni siquiera duendes. Es una historia sencilla donde lo real se viste de emociones por un niño que crece hasta ser adulto .Dicen que para empezar una historia uno debe empezar desde el principio pero la verdad es que yo del principio poco recuerdo.
Jaime nació un cuatro de diciembre de mil novecientos setenta y ocho en el hospital de la paz de Madrid. Lo único que se de su nacimiento es que nació con el cordón umbilical enrollado al cuello. Poco después se fue a vivir a Vallecas con su madre.
Era lunes. Mi padre se había levantado temprano para ir a trabajar y oí un grito:
-¡Lola, lola, nos ha tocado¡.Exclamo mi padre.
Mi madre bajo corriendo desde su habitación preguntando todavía exaltada:
-¿Qué nos ha tocado?
-El viaje a Transilvania, hombre.He abierto el bote del colacao y aquí esta el premio; Respondio mi padre.
Era una promoción que habían puesto hacia un par de meses para pasar un fin de semana en un hotel-castillo de Transilvania,asi que en una semana nos vimos plantados allí mi padre, mi madre, mi hermana Patricia, mi hermano Miguel, y yo.Sigue Leyendo...
El sol se viste despacio,
Con los campos de castilla,
Con sus aguas de palacios,
Y sus molinos por costillas.
Por las aguas de Toledo,
Corre el brillo de la luna,
El encanto de sus pueblos,
Y el cantar de sus colinas.
He vuelto a soñar con tus labios,
He vuelto a sentir un temblor,
De un corazón asustado,
Por la fuerza de un amor.
He esperado tus caricias,
He esperado tu pasión,
He sentido las cenizas,
De tus manos de ilusión.
Me has tenido cautivo en tu celda,
Prisionero he sido yo,
Si de tus lágrimas,
Pudiera sacar el oro,
Pudiera llenar las minas,
De mis mas humildes tesoros.
Si de tu risa bonita,
Pudiera sacar la plata,
Pudiera besar la luna,
En su mas preciosa etapa.
Si de tu boca redonda,
Pudiera sacar el bronce,
Antes que el sol se esconda,
Si de tus manos brotaran las aguas,
Haya donde nace el sol,
Nadarían las piraguas,
Por corrientes del amor.
Si de tu boca nacieran las tierras,
Donde murieron los antepasados,
Crecerían las estrellas,
Por un reino imaginario.
Si de tus ojos cayeran lágrimas,
De agua dulce de los ríos,
Nadarían todas las ánimas,
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