Renunciaría a casi todo por verte, por olerte, por volver a tocarte.
No sé si preferiría follarte o abrazarte primero.
Te recuerdo alegre, distinta a todo, increíblemente especial.
No sé si después me arrepentiría, si pensaría que lo que tengo es aceptable, si tendría miedo o si una sensación de tremenda claridad y seguridad me devolvería la sensación de saber qué coño quiero hacer con mi vida.
De momento, tan cobarde como nos enseña a ser la vida adulta, me quedo con tu recuerdo y con la fantasía de volver a verte.
Vuestros hijos no son vuestros hijos: son los hijos y las hijas de las ansias que siente la misma vida (Khalil Gibran)