La chica quería un cigarrillo. Circulaba a unos 50 km por hora, por el túnel. Con el brazo derecho apoyado en el cambio de marchas, iba dejando caer su dedo sobre el botón que buscaba automaticamente las emisoras de radio.
Posiblemente, ni siquiera escuchaba lo que iba sonando en cada parada de los números, que brillaban verdes en la penumbra del vehículo, absorta como estaba en una bolsa de supermercado, que con sus letras rojas y enormes, volaba hinchada por el aire y giraba y parecía bailar un baile perfecto a los ojos de la chica, un baile en sintonía con el viento, cumpliendo una función prodigiosa que solo algunas de las millones de bolsas de supermercado del mundo, llegaban alguna vez a realizar. Sigue Leyendo...
Estoy entre los libros.
He venido, colecciono polvo y hago como que leo
a Voltaire. (Cándido)
No soy tan joven, no tengo dinero ni belleza
tampoco ofrezco pan y fruta
ni con mi boca
ni en mis pezones
Y es cierto, sí que poseo el sueño enredado,
la vida en un suspiro ideal, fantasioso,
(casi místico)
Ahora comprendo lo variable que puede ser una mano
una mano estrecha, apoyada en la falda, quieta, sola, inútil.
Una mano de uñas rojas, en la carretera, haciendo dedo
que después enjugará una lágrima en un hostal llamado “casa Norman”
o algo peor (si existe)
Una mano que dice adiós, agitándose detrás de una ventana a la nada.
Un beso delicado en la piel. Eso es lo único que me atrevo a insinuar.
La carretera es peligrosa, y he encontrado una flor siniestrada.
– Rápido, llamen a una ambulancia!
El aire me golpea en la cara, frenético a tantos kilometros por hora
El órgano se ajetrea en su función, se excede
al verte lejos huraño fumando cigarrillos que apuras
otros que dejas a medias, por hastío, sí… el órgano
se vierte y quiere hacerse plástico, viscoso, alargado
llegar hasta tí. A las sábanas al puño cansado al equivocado instante en que
decidimos que había que
hacer algo. Sigue Leyendo...
Tenías luz en el pelo
y repartias patadas a diestro y siniestro a todos aquellos
hijos de puta
Y tenías la polla dura entre mis manos en aquel bar repleto
con escaleras y oscuridad, el olor entre mis dedos.
Digamos que después con todo ese rollo del amor y las viejas canciones
todo se complicó un poco
innecesariamente pese a la prisa o alguna interrogación usada.
Todo parece a veces tan auténtico, tan absolutamente irreal
que piensas:
-vaya, es así como lo estaba esperando, como tiene que ser.
Cayendo después en la cuenta de que al fin y al cabo
el corazón del loco es aquel que siempre late, pese a la oscuridad
pese a la verdad
y al hinchado deseo, como un recuerdo velado
de lo que fuimos
de lo que
quisimos ser. Sigue Leyendo...
Con la rabia aquella infantil con la que clavaba
chinchetas en tu nombre, y con el corazón
escarchado y vacío como un laboratorio en domingo
sin el exacto ritmo en el vacío del paladar
surcando el vómito, haciéndome frágil
Con la esperanza hecha polvo sobre traje de muerto
e implorando en cierto modo estar en el hueco de tus manos.
Se rompe la moneda que lanzo al aire
se rompe dentro de mí la espada el grito
se rompe todo lo que nunca
quiso
suceder.
Lo más recomendable sería magnificar la sombra.
Extender la pestaña, recomendar siniestros.
Después, tumbado en el baño,
con los brazos abiertos
como un cristo de circo
rezumar humedad de sarcófago y vientre de madre primeriza.
Lo mejor sería, guardarse en cajas en otoños
en superficialidades aéreas
como máquinas de escribir, o ladrillos o inmensas arcas
donde esconder tesoros.
Lo mejor sería, caer, ladrar
acariciar la esencia
morder la esquina.
¿Será que soy insensible a la muerte?
Y a los videos musicales, y al cáncer,
y a la estación fria, y al calor de gruta.
Soy insensible a la razón, a la oscuridad, al silencio.
A tus ojos con ecos vacíos en los que duermo y despierto
Y al cabello despeinado en el instante de la fotografía
y al alarde estúpido de la enredadera tatuada
y a mi propia envidia, y a mi propia suerte.
El pequeño armatoste desarmado.
El impresionante modo de alimentar mi fantasía.
El siempre presente sexo con todas sus vertientes y escondrijos
bellos oscuros siniestros camaleónicos.
En su cama, o en la mia, no importa.
Yo, te amo.
Ya me extrañaba a mi que te fueras a dormir
dejando todas esas cosas por hacer:
besarme llenarme el cuerpo de pequeños golpes
la cabeza de sintonías televisivas
el corazón quemado como el fogón de la cocina
de la sucia casa de tu ex.
Y dejarme barriga manchada
porque el amor,
según tu dices
es blanco es espeso es líquido y caliente.
y hay que comerlo, tragarlo, porque sólo se escupe
cuando
no es verdad, cuando no existe
eso que tiene que ser.
los poemas son bastante malos.
no son lo que
tienen que ser.
tampoco.
Es como si al final una no pudiera dejar nada para si misma. ¿Tiene que darlo de comer a los demás por algún tipo de enfermedad artístico maniaca?
No quiero que me conozcas a través de lo que escribo.
Lo que escribo está, pero no ha explotado.
Eso dice mucho de mi.
Y de ti también lo diría, creeme.
(Y aquí en teoria
va una frase desafiante)
–
http://safrika.blogspot.com
Siento mucho todo esto.
En realidad me parece todo lejano y estéril
cuando cojo mi cara entre las manos y echo de menos
algún gesto o tu risa encendida a eso de las doce.
Me parece todo necio y crispado
como si de pronto hubiesemos
despertado de alguna burla extraña
y nos viesemos y pensásemos
el uno del otro
que debajo de todo lo demás
había alguien.
–
Mordiendo y Esquivando las Patadas
Así sigue el reptil de pantano. No ha cambiado mucho desde entonces. De sangre fría, busca siempre estar al sol pero la proximidad de otros seres vivos le pone bastante nervioso. Nunca sabe quien atacará primero y prefiere la distancia ante la duda.
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