En el presente 2006 hace ya 10 años que murió el genial escritor argentino Jorge Luis Borges. Es obligatorio, para todo aficionado a la Literatura (con L de mayúsculas) tener siempre referencias como señaló hace meses grekosay, de este genial escritor. Porque para la modernidad Borges es un claro signo vanguardista y fue uno de los primeros escritores latinoamericanos en comprender la esencia del escenario ciudadano cuando, en uno de sus poemas del libro “Arrabal” dijo lo siguiente: “y quedé entre las cosas miedosas y humilladas, encarceladas en manzanas diferentes e iguales como si fueran todas ellas recuerdos superpuestos, barajados, de una sola manzana”. Un aspecto de poesía urbana centrado en el “alma” misma de la ciudad, conjunto de elementos distintos pero sincronía de un conjunto a sí mismo, o recuerdos que no se ordenan necesariamente de un modo cronológico. La ciudad se hace, con Borges, análoga a lo no lineal, a lo simultáneo… y el paisaje urbano se universaliza como una solución de lo contradictorio. En último término, con la quietud.
Archivo por días: 8 septiembre, 2006
DESIDERATA
Me satisface comprobar que aún
sigo teniendo, como llamarlo,
inseguridad?
incertidumbre?
La vida no es un proceso mecánico, no puede ser segura.
Nadie sabe qué va a pasar en el momento siguiente.
Porque si se supiera, la vida sería falsa,
todo estaría determinado.
No habria ninguna posibilidad de crecer,
ni de no crecer.
Sigo volando
Dices…
Relato de un instante
El chico caminaba por la vereda, a paso lento. Un hombre, ya algo viejo, lo detuvo. Sacó un pequeño paquete poniéndolo en la mano del chico. – Entrega esto allá – señalo una vieja puerta de un edificio también viejo en la vereda de enfrente. El chico tomó el paquete y miró al viejo con una expresión algo asustada. El viejo le devolvió una fría mirada. El chico cruzó la calle y abrió la puerta que rechinó fuertemente. Al abrirla se sorprendió al ver a un sujeto tirado, apoyado en una pared no muy alejada de él. Antes de que pudiera decir nada, el tipo lo apunto con un arma de fuego, y el chico no pudo más que hacer un movimiento por reflejo y cubrirse la cara. Pasaron varios minutos, pero nada pasó. El chico abrió los ojos y se descubrió la cara. Debió haber estado imaginando cosas, porque solo vio una interminable llanura con un largo sendero que daba a una brillante puerta blanca e inmensa.