Todas las entradas de: Virtual_og

Samantha

“Estaba sentada en mi cama…” Explicaba con una voz apagada, hundido en el diván de mi consulta. “¿Qué hacía ella?” Pregunté intrigado, escribiendo en mi libreta de cuero gastado cada pensamiento pasara por mi mente. “Sollozaba.” Respondió, “Sollozaba con la más sincera de las penas.”
Desde hace un tiempo he oído a este paciente culminar dentro de su extraño juicio. He sido sicólogo por muchos años, pero nunca he tenido un paciente que me invoque a meditar como el de esta historia.
Llegó aquí en una tarde de sábado lluvioso, y con timidez explicó su especial condición. Alucinaba. Alucinaba voces que luego tomaron forma. Forma que se adaptó a una mujer joven que no parecía conocer ni recordar, pero por alguna oscura razón, estaba ahí. Sigue Leyendo...

Se fleta

¿Una historia? Siempre les gusta que el gringo cuente historias. Aquí les va una, y nada de andar contándola de nuevo por ahí, que soy algo paranoico.
Todo remonta a algunos años atrás, antes de llegar acá. Fue el año en que pasé de poblador patético a insignificante. En ese entonces, era flaco y algo blancuzco, con el pelo largo y claro, cortesía de mi padre extranjero; Y en ese mismo entonces, Mi mujer me dejó, mi jefe me despidió, y subió el precio del cigarro. Vaya año para mí, ¿no?…
Gracias a la tierna casualidad, me quedaba un solo amigo a quien acudir, y acudí a él bastante desesperado. Lo único que logré, fue encontrar a alguien que me necesitaba a mí más de lo que yo a él. Mi amigo y confidente Carlos. Bajo, menudo y moreno, su mujer le quitó todo al infeliz. Tendría trabajo si tuviese contrato por hacer fila para cobrar el cheque de cesantía y el bastardo ni siquiera podía fumar. Vaya par de olvidados que éramos… Sigue Leyendo...

Aquí espero

Desde ese día que comenzó a llover…
La lluvia incansable, que corría y corría frente a mi, contando sus propias gotas, aterrizando en mi frente, haciéndome entrecerrar ojos y cambiando mi expresión a una más acorde.
Aquel día que el viento cesó, y la gélida brisa me hirió. Y las hojas se detuvieron un otoño, y otro, y otro más. Suspendidas y risueñas, alegres del suelo no tocar, por siempre y nunca más.
Aquel día que mi mirada cambió. Ese aliento suave que me impulsaba, es un saco de esperanza que no me deja avanzar. Pesado e inútil, me rehúso dejarlo atrás.
Aquel día que todo comenzó. Aquel día que tus pies iniciaron su marcha, y aquel día que los míos se detuvieron. Y sigo aquí… Aún no se porqué… Sigue Leyendo...

Rosas

Linda y agradable mañana, definitivamente.
Me pregunto, ¿que estará haciendo ella ahora? Me encantaría visitarla, pero estoy seguro de que olvide hacer algo, y últimamente no puedo permitirme olvidar algo.

Luego de desayunar debidamente, ver algo de televisión y lee la columna de deportes de mi periódico habitual, un pequeño recuerdo llega a mi. Recordé que había anotado en esa pequeña y vieja agenda que ella me regaló, todo lo que debía hacer esta semana.

Y con lo olvidadizo que soy, olvide hasta revisarla para no olvidarme.
Y así recordé donde la había puesto y comencé a leerla con un nudo en la garganta. ¿Qué cosas importantes habré olvidado? Sigue Leyendo...

Rencor

Las noches largas ahora no terminan…
Siempre con el corazón a la sombra, siempre intentado huir de algo que no me persigue.
Nunca pensé que lo pensaría. El desear verla sufrir. Verla abatida a mis pies llorando y pidiendo el perdón que nunca le daré.
Le dí todo mi corazón, todo mi tiempo y amor, y ella sólo rió.
Se rió de mi. Jugaba con lo que para ella no eran mas que simples juguetes, mientras seguía buscando qué más podía darle.
Una traición duele. Duela más el haberla visto venir y duele más el no haber oído el murmullo del viento antes.
Aquel murmullo que quién sabe de donde viene, pero decía la verdad. Decía que simplemente perdía mi tiempo. Ese tiempo que echaré de menos.
Como deseo verla abatida. Verla derrotada en el juego que siempre ha jugado, en el juego que ella inventó. Sigue Leyendo...

Una mañana en el café

Otra mañana, otro café matutino. Siempre era el mismo local, siempre la misma camarera, siempre el mismo amigo.
Nunca monotonía, al contrario, lo único que la rompía.
Desde hace ya cinco años que vengo a este café con mi amigo de la infancia. El porqué es algo muy raro. Siempre pasa algo interesante en este café.
Siempre amanezco preguntando: ¿Que pasará hoy en el café?, y siempre me respondo: Descúbrelo.
– ¿Que piensas tanto? – Preguntó mi amigo, jugueteando con la cuchara, mientras llegaba la orden.

Cuando el ciello llora

Poniendo mis manos sobre mi cabeza, con una expresión de frustración y algo de odio, intenté protegerme de la naciente lluvia de verano, que no por ser de verano es más suave…
A medida que caminaba, veía con pena como mi reluciente esmoquin negro se ahogaba, adquiriendo un color azul marino.
Ya qué más da… Quite las manos de mi cabeza, dejando que esta se moje libremente. Al menos, me quedo con mi inútil orgullo. Esto me pasa por gastar mi dinero del pasaje a casa en chucherías…
Luego de caminar una cuadra, la lluvia pareció disminuir. Perece que fui el único que salió con este tiempo, las calles etaban vacías pese a ser esta hora de la tarde. Una rara calma se respiraba en el aire. Sigue Leyendo...

Escaleras

– Buenos días. – Dijo cortésmente la mujer que vivía junto a mi reluciente y nuevo apartamento.
– Muy buenos, señorita. – Respondí alegre. No era para menos, al fin podía disfrutar de un apartamento más grande y cómodo.
– Así que, ¿usted será mi nuevo vecino?
– Así parece.

Sólo sonrió despidiéndose y entrando de nuevo a su apartamento. Me apresuré en subir la última caja de mis pertenencias. Al ir a buscarla al camión, entré en el edificio. El conserje sonriente me miró amablemente.
– Déjeme llamarle el ascensor. – Dijo presionando el botón.
– ¡No, no es necesario! Lo subiré por las escaleras.
– Pero… – Me miró extrañado – Esa caja debe pesar mucho. Sigue Leyendo...

Hechizo

Allí va de nuevo. Tal como lo había soñado.
Mírala caminar… Mírala, que pronto acabará. Mira su vestido, como danza con el meneo de su cuerpo y al vaivén del viento. Si pareciera que todo fue creado para ella. Todo, el aire, el asfalto que pasa bajo sus pies, el cielo y el sol que iluminan sus castaños rizos, y profundizan su mirada en un pardo deseo. Todo… Mi mirada, mi deseo… Todo.
Ya se ha ido. Ha terminado de pasar por fuera de mi ventana, y no me queda más que otro día esperar, rezando a Dios que envíe nuevamente a su ángel, para que ilumine este sendero de concreto, y haga desaparecer a todo ser viviente que pase por su alrededor… Sigue Leyendo...

Luna

Vuelve a nacer,
No te vayas sin mí,
Que otra noche no esperaré,
Que otro día no estaré.

Ilumina mi oscuridad,
Destella tu fulgor.
Puedo sentir tu voz,
Que inunda mi razón.
Demuestra así tu valor,
Que necesito tu calor.

Fórmula para cambiar de vida

Salí de mi trabajo como un día más. Siempre llego a mi departamento pensando como sería mi otra vida. Si tuviese otra vida, podría ser feliz y exitoso. Sería más amable y menos egoísta, pues no me faltaría nada. Sería más feliz y menos preocupado. Sería persona y no gente. Si sólo tuviese otra vida.
Decidí preguntarle consejo a un viejo amigo. El era todo un intelectual, y no hay problema que el no resuelva.
– ¿Así que…? – Tomó un trago de su extraño y verdoso té – … ¿Buscas otra vida?
– Si. Ya me he cansado de la que tengo.
– ¿De eso se trata? Bueno, te ayudaré.
– ¿En serio?, es decir, ¿puedes hacerlo?
– ¡Seguro! Sólo pon atención a la fórmula.
– De acuerdo. Sigue Leyendo...

Relato de un instante

El chico caminaba por la vereda, a paso lento. Un hombre, ya algo viejo, lo detuvo. Sacó un pequeño paquete poniéndolo en la mano del chico. – Entrega esto allá – señalo una vieja puerta de un edificio también viejo en la vereda de enfrente. El chico tomó el paquete y miró al viejo con una expresión algo asustada. El viejo le devolvió una fría mirada. El chico cruzó la calle y abrió la puerta que rechinó fuertemente. Al abrirla se sorprendió al ver a un sujeto tirado, apoyado en una pared no muy alejada de él. Antes de que pudiera decir nada, el tipo lo apunto con un arma de fuego, y el chico no pudo más que hacer un movimiento por reflejo y cubrirse la cara. Pasaron varios minutos, pero nada pasó. El chico abrió los ojos y se descubrió la cara. Debió haber estado imaginando cosas, porque solo vio una interminable llanura con un largo sendero que daba a una brillante puerta blanca e inmensa. Sigue Leyendo...

Dulce Tortura

Estaba frente a ella. Mis ojos buscaban los suyos con la esperanza de leer su alma, pero cuando los encontraba, los míos huían. El lenguaje del silencio. Dulce, dulce espera y agonía, que me hiela y adormece, para así no poder meditar lo que en un futuro vendrá. El frío torturaba mi cuerpo, el cual hacía un esfuerzo sobrehumano para que no pudiera sentirlo. Luces, luces que viajaban a una velocidad, que se difundían en el espacio y vagaban tristes por el camino, que bailaban el suave canto de la monotonía. Personas, que cada vez más invisibles, que cada vez me importaban menos, pues yo era una de ellas. Inmóviles, el reflejo de un instante que los dos construimos. Palabras de amor que no eran mencionadas. Sigue Leyendo...