La vida fue distinta

Las calles mojadas de la gran ciudad a media tarde con espacio para los puestos de golosinas baratas y cigarros sueltos para fumadores tímidos, parecían pequeños refugios contra la delicada lluvia, las filas interminables de automóviles furiosos, sometidos por un alto imponente atormentado por que a cada segundo se acortaba su existencia, llegamos a la otra orilla cuando el rojo comenzaba a agonizar.

Ella caminaba casi tan deprisa como yo. Nos dirigíamos a un lugar que carecía de encanto y limpieza pero que a cambio poseía una rara belleza acompañada de un toque divino, acorralados en los arboles o derramados en el pasto las parejas saciaban sus distancias en momentos de un efímero amor, a lo largo del camino las palabras fueron escazas por seguridad o para después (no me atreví a preguntar), la lluvia se iba desvaneciendo dejando impregnado un olor a tierra mojada, Sigue Leyendo...

Otoño

Sereno
el otoño
nos abre las puertas hacia el frío
Las hojas
cumplido su objetivo
en un pausado zig zag
se dejan caer.
Desaparecen las sombras.
El viento
limpia el paisaje.
Colores armoniosos
impregnan el nuevo lienzo.
La tierra
prepara su iverno.

Besos. Alaia

Cogiendo fruta tocada

Mi barrio se asoma a la inquietud de cada día. Cuesta vivir y cuesta saber por qué cada noche la luna es distinta. Una frutera maravillosa, vive en mi barrio. La miras a los ojos y tiene ese gesto que ponen los melocotones cuando estan maduros y huelen y todo. La llamamos Sandi, porque es redondita y está llena de lunares, que son comos la pipas de la sandía. Sandi saca sus bolsas, cada noche llenas de fruta tocada. Y allá van las manos sedientas del fruto prohibido a llenar las bolsas de humildad. ¡Cuánto prestigio para esta frutera! en mi barrio la fruta es cara, y hay hambre, como todos los barrios que los alcaldes no pisanmas que un día. A esa fruta la llaman “pa compota”, tocaíta toa…pero, pa compota. Consumir la vida. Ser valientes para reconocer que una mano alcanza lo que el bolsillo no tiene. Vivir en mi barrio tiene olor a silencio, pero del bueno, del que hace ruido hasta por las noches. Sigue Leyendo...

Retazos de nada…

Las arañas asoman por las heridas, mientras tú arañas, en un último suspiro, la puerta entreabierta buscando la salvación de tu alma.
Demolemos el universo con documentos, que imprimimos en nuestros bancos…
¿De cuantas fracciones de segundo se compone una vida…?
A lo largo de la historia, la existencia se nos representa de múltiples formas y si indagamos un poco en la herida de los tiempos, veremos que casi siempre ha sido tediosa, miserable y corrupta…eternamente han existido ricos y pobres, afortunados y desgraciados, enfermedades y curas, arribas y abajos, negros y blancos, rojos y azules, claros y oscuros, más y menos, risas y llantos, bienes y males…hoy pienso y puedo pensar lo mismo que pensaba en mi adolescencia. Contradictorio sí, pero todavía llevo en mi equipaje de camino, mi juventud, junto a mi infancia y presencias de antesdeayeres… Sigue Leyendo...

En ladrillo

Si me faltan esperanzas para
entender a este rubí,
será porque se ha convertido
en ladrillo;

en triste cutre de acero,
en calma doméstica,
en curvas paredes, en manos con sangre,
en recorte,
en números suicidas, fechas, días y direcciones,
en el Manifiesto de un perfume,
en él y compañía,

Niño

Niño, ellos no han podido conocerte.
Ni ella, que sin que se notara hubiera puesto extremada atención en todas tus palabras y tus gestos, que hubiera corregido suave pero con insistencia lo que le hubiera parecido inadecuado. Que hubiera observado cómo y cuánto comías, para animarte a hacerlo bien, que te hubiera enseñado a utilizar correctamente los cubiertos, que hubiera corregido tu postura en la mesa. Que hubiera estado siempre pendiente de ti, sin que tú lo sintieras, como lo hizo con todos nosotros.

Infancia

Dejadme ir hacia atrás.
Dejadme visitar, por un día,
aunque sea sólo por un rato,
una Nochebuena de mi infancia.

Dejadme caminar una tarde,
de la mano de mi madre,
por el centro de la ciudad,
dirigiéndonos a un recado,
mientras suenan las campanas